Inicio / La visión de ADN / Para el olvido…

Para el olvido…

Mal por los organizadores, mal por los periodistas que tuvieron a su cargo el papel de “moderadores” y mal por los presidenciables. En eso se resume el mal llamado “debate” presidencial  planeado por la ONG “Desarrollo en Democracia” (DENDE) que tuvo lugar la noche del domingo. Si alguien, por alguna razón, tenía otras expectativas, a los pocos minutos se habrá dado cuenta de su profunda equivocación. Informes sesgados, para dar pie a preguntas de jardín de infantes y a respuestas que hubieran sido apropiadas en jovencitos recién llegados a la política, no de los que ya pintan canas y, menos aún, de quienes pretenden sentarse en el sillón de López. Un auténtico fiasco.

El “debate” se asentó sobre premisas falsas o, directamente, en la nada. Por un lado, los “informes” que antecedieron a cada uno de los temas a ser abordados pintaban un país en ruina, del cuarto mundo, casi sin escuelas ni hospitales, como si el libreto hubiera sido preparado por Aldo Zuccolillo. Por el otro, pero estrechamente ligado a lo anterior, encararon la cuestión como si la historia comenzara hoy o fuera a iniciarse recién el próximo 16 de agosto, sin considerar, ni siquiera de paso, de dónde venimos, cuál es la dinámica económica y social del país y en qué contexto regional y mundial vivimos.

Nada de eso parece haber importado a los señores de DENDE,  ni a los periodistas que tuvieron a su cargo el penoso rol de formular preguntas tan idiotas, al estilo de ¿“cuál es su varita mágica para que dejemos de ser una porquería y pasemos a ser un país maravilloso”?.

Primer tópico; “Desarrollo e Inclusión”. Informe: “El Paraguay crece al ritmo del 4%, pero para lograr el desarrollo, con bienestar social, debe crecer mucho más. ¿Cómo piensan hacer para lograrlo”? Y los candidatos, adaptados al mediocre formato, ensayaron respuestas igual de “chatas”, cuando lo primero que correspondía era desbaratar el disparatado enfoque.

En efecto, Paraguay viene creciendo al ritmo del 4%… a pesar de la fenomenal crisis económica regional y mundial que se sintió con fuerza a partir del 2013, devastando las economías de Brasil y Argentina, lo cual es un logro muy, pero muy importante, pues, de no haber sido así, hoy tendríamos indicadores sociales verdaderamente alarmantes.  ¿Cómo se logró eso? ¿Piensan darle continuidad a esa estrategia que dio resultado? ¿O tienen planeado cambiarla, en cuyo caso, por cuál? Nada de eso. Ni una palabra. La mediterraneidad hueca y burda, elevada a la máxima potencia.

Pero además, es completamente falso que mayor crecimiento es igual a desarrollo con bienestar. Y prueba de ello es que el Paraguay creció entre el 13% y hasta el 15% durante los gobiernos de Fernando Lugo y Federico Franco, pero los pobres siguieron siendo tan pobres, a diferencia de los ricos, que sí lograron ser más ricos. La razón es simple. El desarrollo económico y social no depende de que los indicadores del crecimiento económico sean tan fantásticos, sino de políticas públicas acertadas que sean ejecutados desde el Estado para combatir el flagelo de la pobreza, la cual, a pesar de los organizadores, comunicadores y presidenciables, registró una mejoría en  estos últimos cinco años, como demuestras las estadísticas en diversas áreas.

Por razones de espacio y para no sumarnos a los generadores de aburrimiento, solo queremos dejar planteado un aspecto que tiene que ver con nuestra historia política reciente: Ambos candidatos, Efraín Alegre y Mario Abdo, pertenecen a partidos políticos que fueron o son gobierno. Alegre, al del periodo 2008-2013, con la destitución de Lugo y su reemplazo por Franco entre medio; y Abdo al que ahora está culminando. ¿Era tan difícil traer a colación esa historia reciente y preguntarles si qué valoración tienen de esas gestiones, qué  políticas piensan dar continuidad y cuáles cambiar, si así lo consideran necesario? Y los mismos candidatos, sin necesidad de que se les pregunte, ¿por qué no se refirieron con honestidad política e intelectual a ese respecto?

En suma, asistimos a un debate que no fue debate, aburrido de principio a fin y vacío de contenidos, que no aportó nada a nadie. Los organizadores demostraron ser unos improvisados, los comunicadores sus profundas limitaciones profesionales y los presidenciables su incapacidad de formular ideas y proyectos, si los tienen, para confrontar con los del adversario.

Para el olvido…

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …