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Paraguay y sus incomparables reservas turísticas-científicas

Por: Telmo T. Ibáñez Jara (telmoijara@gmail.com)
Por: Telmo T. Ibáñez Jara ([email protected])

La zona norte del país es una de las más completas para el turismo-científico, desde cavernas pre-históricas con fósiles de animales ya extinguidos, inscripciones rupestres que datan presumiblemente de una fugaz presencia vikinga en América, mucho antes de la llegada de los españoles, sitios históricos como arqueológicos valiosísimos.

Con los hallazgos de gigantescos animales petrificados entre las ciudades de Vallemí y San Lázaro, en el departamento de Concepción; Santa Rosa y Puerto Ybapobó, en el departamento de San Pedro, así como las muestras descubiertas en el subsuelo de Puerto Pinasco, en el departamento de Presidente Hayes, los arqueólogos y paleontólogos de todo el mundo fijaron su mirada hacia el norte del Paraguay.

Apenas se trata de uno de los atractivos que resalta en el turismo científico como natural, complementándose con las curiosas como sorprendentemente impactantes construcciones naturales en las serranías del Amambay, San Luis, Siete Puntas y otras elevaciones que se proyectan para el norte del país, donde nacen las caprichosas aguas de los ríos Apa, Aquidabán, Ypané, Aguaray y arroyos sui géneris como el Tagatiyá o Cagatá.

Pero mucho más increíbles son las estalactitas como las estalagmitas, las primeras formadas pacientemente en el techo de las cavernas de las serranías calcáreas del complejo Vallemí, que requirieron cientos de miles de años para sus más sensacionales formaciones que simulan instrumentos musicales, animales, personas e incluso imágenes sacras.

Las estalagmitas, similares formaciones a la resulta de las gotas de agua que cayeron quizás hasta hace millones de años por sus dimensiones, considerando un crecimiento de aproximadamente 1 centímetro cada 2 mil años, varios de ellos superan los 5 metros y otros llegan al techo de las cavernas, para tan caprichosos como representativos vestigios de la edad de piedra.

A los primeros investigadores y turistas se sumaron desde hace años los espeleólogos quienes sí valoran los verdaderos patrimonios que se tienen en la zona más septentrional del país, tanto en la región Oriental como Occidental. Los escasos como selectivos profesionales interesados en el más profundo conocimiento de las entrañas de la Tierra consideran a Concepción, Amambay y el Chaco en los primeros destinos obligados como recomendados en la región del Cono Sur.

Las cavernas que abundan desde las primeras estribaciones de la Serranía San Luis, las incomparables cascadas y acuarios gigantescos de los arroyos; Tagatiyá, Tagatiyá-mi y Tagatiyá Guazú, los rápidos de los ríos Apa, Ypané y Aquidabán, así como sus afluentes, los misteriosos jeroglíficos presumiblemente vikingos a partir del Cerro Acuá, Cerro Corá, Cerro Guazú y San Luis, suman entre los otros atractivos turísticos-científicos.

Pero urge la capacitación de jóvenes que pueden constituirse en guías turísticos, quienes a partir de iniciativas gubernamentales como privadas podrán acceder fácilmente a trabajos permanentes a partir de pequeños incentivos por medio de la industria sin chimenea junto a la arqueología, paleontología o espeleología.

Por de pronto también resta un compromiso más firme de la Secretaría Nacional de Turismo (SENATUR), gobernaciones departamentales, municipios, colegios con sus proyectos áulicos, para primeramente concienciar a los jóvenes y si es posible a los niños en el valor que tienen estos patrimonios casi únicos en América del Sur y el mundo.

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