Piris

Esto que está ocurriendo en el sector docente, en donde sindicalistas inescrupulosos y manejados por sectores políticos que pretenden llegar al poder, enturbian una lucha de larga data, merece el repudio de la ciudadanía. Es inadmisible que la educación sea utilizada con fines meramente electoralistas, cuando que de ella y de quienes la imparten, depende en gran parte el futuro de nuestros niños y jóvenes.

Silvio Piris no es solamente el secretario general de la Federación de Educadores del Paraguay (FEP); es, fundamentalmente, un operador político de la disidencia colorada, que está en el cargo con la clara instrucción de boicotear cualquier tipo de mejora en la educación y de que se pudiera llegar a un acuerdo real con el gobierno, sobre todo en el siempre espinoso tema salarial. Y no porque el objetivo sea mejorar la calidad de vida de los docentes, sino para impedir que Horacio Cartes pueda tener en su haber un triunfo en el eterno e histórico conflicto que el Estado mantiene con los maestros del país.

Es vergonzoso y absolutamente anti ético que no haya límites a la hora de someter cualquier cosa al electoralismo. Lo peor del caso es que los operadores políticos que eligen los movimientos o sectores que no tienen propuestas y basan su campaña en el ataque, son tan inescrupulosos como sus líderes de ocasión. Así que pretender que Piris, que aspira a convertirse en concejal departamental de Itapúa por Colorado Añetete, sea un docente honesto y genuinamente preocupado por su sector, es por demás utópico.

De hecho, en su haber tiene serias denuncias de haber engañado a sus colegas de Encarnación por una suma importante, cuestión por la que nunca fue investigado ya que el manto protector del presidenciable Mario Abdo Benítez lo cubrió de tal manera que las denuncias chocaron contra una inexpugnable muralla.

Así, con estos antecedentes, este personaje sigue siendo uno de los que maneja los problemas y reivindicaciones docentes, manoseando reclamos justos, convirtiéndolos en excusa para torpedear al gobierno.

Pocas veces, en gobiernos anteriores, se han logrado acuerdos tan trascendentes con los docentes de todo el país como los que en este momento acaban de concretarse. Cartes anunció un importante aumento salarial para los maestros, reconociendo el esfuerzo que tendrá que hacer el gobierno para cumplir con la palabra empeñada, pero decidido a lograrlo.

Pero a Piris y su sector no les fue suficiente. Por lo tanto, siguen incitando a la rebelión, al descontento, al paro. Y nuevamente anuncian una movilización para el próximo martes, justo cuando en colegios y escuelas se inicia el proceso de exámenes finales, con los que se pretende concluir el año lectivo.

Aunque sean pocos los maestros que respondan a la convocatoria, cualquier número hará un daño grave a los estudiantes, que deberán postergar sus exámenes, lo que les despertará el temor de no poder terminar el ciclo que corresponde a este año. Y es justamente eso lo que buscan Piris y su líder, Abdo Benítez. No importa que con ello perjudiquen gravemente a los chicos y jóvenes; lo único que les interesa es que Cartes no pueda terminar su mandato con la satisfacción de haber dado un gran paso en el proceso de solución del problema, que lleva años de postergación.

Esta es una forma vergonzosa y patética de llevar adelante una campaña política que, finalmente, solo perjudica al mismo electorado al que se le pide el voto.

Piris no está defendiendo las nobles causas de los maestros. Está haciendo política, de la peor. Juega su partido y el de su líder nada más. Le importa un pito lo que le pueda pasar a los maestros o al país, en el caso de que se vuelvan a enturbiar las aguas.

Los docentes deberían aislarlo. Extirparlo de su seno. Es un politiquero. No un  dirigente genuino. En otras palabras, un  cáncer para el gremio.

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