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Por mal camino

Lo que se logró durante el gobierno del presidente Horacio Cartes no fue casualidad. Antes de sentarse en el sillón de los López, HC ya delineó lo que sería su gobierno. En su “selección nacional”, había pocos políticos, la mayoría eran técnicos, jóvenes, formados en las mejores universidades del mundo. El nuevo mandatario ya entonces se ganó la inquina de los viejos punteros del Partido Colorado que como de costumbre aguardaban ansiosos, el pago por los favores políticos. Una vez sentado en el codiciado sillón, Cartes hizo lo que recomienda el manual del buen administrador. Ordenó a todo el mundo que planificara lo que iba a hacer desde sus respectivos cargos. Pasó cierto tiempo y para él se agotó el plazo. Ordenó nuevamente “salir de los power points” y poner manos a la obra. De allí en más no toleró dilaciones y los buenos resultados no tardaron en llegar.

Luego centró su atención en las principales riquezas del Paraguay: Las dos hidroeléctricas binacionales, apestoso botín de políticos desde tiempos inmemoriales. Nadie podía creerlo cuando ordenó poner a los dos entes, especialmente a Itaipú, al servicio de la gente, pero en serio. Y cuando posiblemente le preguntaron qué harían con el dinero de los maletines, que era “para los muchachos”, dijo que ese dinero se ahorraría para emprender obras en beneficio del pueblo. Dicho y hecho. Como nunca en la historia la binacional contribuyó al desarrollo del país, en especial en el beneficio a las clases populares. Ahí está el ejemplo del súper-barrio San Francisco, con mil viviendas, mas toda la infraestructura, algo nunca visto en vuestro país.

También Yacyretá aportó lo suyo. Se hicieron obras a lo largo y ancho del país sin deberle un peso a nadie. Ambas entidades a cargo de técnicos, serios, argeles, como decía la gente, pero eficientes ejecutores de lo que HC quería para esas empresas.

HC se fijó luego en Petropar, un agujero negro de añares, una entidad a través de la cual el país perdía plata a cacharratas. Cortó el chorro sin importarle quien se enojaba. Escupieron ira al cielo los “hombres de negro” que se chupaban los siderales sobrecostos de los fletes. Y se operó el “milagro”, Petropar comenzó a tener superávits y de pronto se hizo algo impensado en la historia: ¡¡¡Se bajaron  los precios de los combustibles!!!. En varias oportunidades encima.

Valga esta larga introducción para hacer una comparación bastante simplista si se quiere, pero ilustrativa, con lo que está ocurriendo ahora con el nuevo gobierno. Todo al revés. Desde antes de llegar al Sillón, Mario Abdo les prometió a los seccionaleros que iba a volver a gobernar con ellos. Música para sus oídos.  Sentado ya en el sillón, ahora está cumpliendo su promesa llenando todas las entidades públicas con sus partidarios. Muchísimos de ellos verdaderos “escombros” como diría Mons. Rolón. Y la mayoría sin la más mínima preparación, ni ética ni moral ni profesional, para enfrentar el trabajo con  alguna posibilidad de éxito.

El futuro se presenta así realmente desesperanzador. Por el momento, el país está protegido por los logros alcanzados por el gobierno de HC. Pero Mario Abdo dilapida rápidamente esa riqueza y si no rectifica rumbos terminará por desbaratarlo todo rápidamente.

Y la pena es que debido a su traición, la más detestable de las facetas de la personalidad humana, ni siquiera tiene la posibilidad de pedirle consejo a su predecesor, para intentar volver las cosas a su cauce.

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