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Pudieron hacerlo bien

Los convencionales que quisieron modificar el estatuto partidario para volver a aumentar a 10 la cantidad de años que debe tener un afiliado para postularse a un cargo electivo, tenían la cantidad suficiente de adherentes para llamar a la convención extraordinaria, así que es inexplicable que lo hayan hecho todo mal, como si, realmente, buscaran que se declarara nulo de nulidad absoluta todo lo que hicieron ayer.

Cuando llamaron a convención para el 8 de marzo, cumplieron con los requisitos que exige el estatuto como la publicación en diarios de circulación masiva durante 30 días. Pero en esa publicación no mencionaron que el segundo llamado se realizaría 15 días después, el 23, que es lo que ahora dicen justificando la convocatoria de ayer.

Si querían que la reunión de ayer tuviera el carácter de convención, no les costaba para nada hacer todo de nuevo; la publicación en los diarios, la comunicación al Tribunal Electoral Partidario, que es el único órgano que puede acreditar a los convencionales, y hacer que la convención sea presidida por Luis Castiglioni, vicepresidente del partido e integrante de Añetete, porque el estatuto dice que solamente el presidente o alguno de los 3 vicepresidentes puede hacerlo y no un simple convencional, por más viceministro que sea.

Nada de esto era imposible de hacer y ellos lo sabían muy bien. Si ya tenían la cantidad suficiente de convencionales para hacer quórum esta vez, bien podían seguir las normas establecidas, de manera a que nada de lo que allí se resolviera fuera motivo de cuestionamiento posterior, que es exactamente lo que ocurrirá ahora.

Claro que cuando leemos en su cuenta de Twitter que el presidente de la República saluda a la “convención sin arreos”, se nos ocurre pensar que algo raro ocurre, porque resulta absurdo creer que ninguno de los asesores oficiales haya podido advertir al jefe de Estado que lo que estaba ocurriendo violentaba el estatuto partidario y sería atacado de nulidad.

Así que aquí debemos replantear la cuestión. Es cierto que para la convocatoria los convencionales tuvieron todas las armas para hacerla correctamente, respetando lo que dice el estatuto interno. Pero no lo hicieron y, al no hacerlo, todo lo resuelto posteriormente es nulo, ya que se realizó en una convención que, en realidad y en derecho, no existía.

Así que ese puede ser el quid de la cuestión. Ellos sabían que no tenían mayoría absoluta de dos tercios para modificar el estatuto, algo que está muy bien establecido en su texto. Y como ya habían violado todo lo anterior, no tuvieron ningún problema en violar también esa disposición, así que con bombos y platillos festejaron la modificación tan comentada. Y lo hicieron con un recurso de lo más ridículo, interpretar que la mayoría absoluta de dos tercios se refiere solo a una mayoría de dos tercios de los presentes.

Los añetete lo hicieron todo mal, demostrando un desapego absoluto a las normas legales y al procedimiento en los marcos de la institucionalidad, en este caso, la partidaria. Es lograr el objetivo como sea, aunque eso agrave viejos problemas, provoque otros nuevos y aleje cada vez más la posibilidad de volver a unir las corrientes internas del coloradismo, que por cierto, es un requisito indispensable si lo que pretenden es sortear con éxito futuros compromisos electorales, incluyendo el del 2023, para retener el poder.

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