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¿Qué celebran los violentos?

Festejaron como si hubieran obtenido la copa del mundo. Apenas concluyó la sesión de la Cámara de Diputados, en la que se resolvió por unanimidad cerrar el capítulo relativo a la reelección vía enmienda, las publicaciones digitales de los “grandes” diarios se apresuraron en titular “victoria ciudadana”, “gran triunfo de la democracia” y otros más que los tenían preparados para un hecho que a nadie causó la menor sorpresa.  En las inmediaciones del Congreso, un reducido grupo de adherentes al PLRA festejaba el hecho y Alegre destacaba que con lo resuelto “perdió Cartes”.  Pero la verdad salta a la vista. Las “multitudes” que siempre invocaron estuvieron nuevamente ausentes. Las celebraciones corrieron por cuenta exclusiva de esa minoría violenta, encabezada por los medios hegemónicos, que impusieron su voluntad a la fuerza y birlaron a 4 millones de paraguayos el derecho a expedirse en comicios libres sobre un tema que es de su estricta incumbencia.

Las patrañas sobre el supuesto “golpe” y “quiebre institucional” ya no hacen parte fundamental del discurso político de los violentos. ABC Color y Última Hora están buscando nuevos flancos por los cuales proseguir sus ataques contra el gobierno. Efraín y “Marito”, por su parte, salieron corriendo a empujar sus respectivos aparatos electorales, al igual que los hermanos Ferreiro, quienes parecen tener asumido que harán de furgón de cola del liberalismo. Y es que el objetivo nunca fue “defender la democracia”, que en ningún momento corrió el menor riesgo, salvo cuando ellos mismos desataron el caos, sino sacar de la cancha a los principales candidatos para el 2018, léase Horacio Cartes y Fernando Lugo.

Así, Zucolillo y Vierci “celebran” la posibilidad de recuperar sus privilegios con un próximo gobierno afín a sus intereses, al igual que su rol en la sociedad como los poderes fácticos que siempre fueron, sobre todo el primero, a quien se le está acabando el tiempo. Y sus peones políticos, por la sencilla razón de que si Cartes y Lugo hubieran sido habilitados a pugnar por un segundo mandato, sus chances desaparecían automáticamente, de un solo plumazo.

Por estas razones se muestran tan eufóricos, incluso exultantes. Hasta un energúmeno sin el menor predicamento, como el senador Petta, o Desirée, hacen galas de una soberbia sin igual, creyendo, erróneamente por cierto, que a partir de ahora tienen el camino “expedito”. Pero la realidad es que ahora tendrán que lidiar con otros problemas que no le resultarán nada sencillos de resolver, pues, desaparecida la enmienda, con ella desapareció también la bandera que los mantenía aglutinados y “movilizados”.

Ahora ya no pueden ocultar que en todos estos años no fueron capaces  de cosntruir un proyecto alternativo al del gobierno, que jamás hicieron oposición planteando a la ciudadanía lo que consideran superador y que su estrategia de siempre fue la del “no”, la de poner los palos sistemáticos a la rueda de la carreta y el boicot.

Con este desarme político y programático, el oficialismo liberal y sus socios de la disidencia de la ANR marchan rumbo al 2018. El primero, con el agravante de moverse en el escenario de una oposición profundamente dividida, además de las disputas por la repartija de los cargos. Los segundos, además de su debilidad estrucural, con el estigma de haber sido los que con sus votos traicionaron  desde el Senado los proyectos fundamentales del gobierno colorado y sabotearon la reelección.

En este contexto, el oficialismo corre con mayores posibilidades que los que se hallan en la vereda de enfrente. La línea política está definida de antemano. Es darle continuidad a un modelo que bien puede demostrar a propios y extrañlos que ha sido exitoso, tomando solo los datos de la realidad y comparándolos con los de todos los gobiernos anteriores, restándole como único desafío la integración de una dupla presidencial que tenga la aceptación mayoritarira de la dirigencia que llevó a HC al Palacio de López.

Pero Efraín y “Marito”, así como sus mentores mediáticos, están todavía en la fase de la borrachera que solo produce alegrías, sin comprender que luego sobrevienen los inevitables dolores de cabeza. Celebran el tremendo zarpazo que le dieron a la democracia en función a sus mezquinos intereses, pero se les viene encima una coyuntura electoral adversa, en la cual esta vez no podrán robarle a la ciudadanía el derecho a decidir según sus criterios y conveniencias, lo que ellos no respetaron, ni representan.

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