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¿Qué dirán Desirée, “Marito” y compañía?

No quieren ni escuchar otras palabras que no sean condonación y/o subsidio. Dicen estar ya “cansados de la desidia del gobierno” y su principal dirigente, no cualquier manifestante, anuncia que “acá van a correr ríos de sangre, porque a la gente se le acabó la paciencia”. Así, la protesta que desde hace 18 días protagoniza la Coordinadora Nacional Intersectorial en Asunción, está adquiriendo ribetes cada vez más delicados y alarmantes. El objetivo de su dirigencia no es otro más que generar hechos de violencia, que ya los vienen promoviendo al cerrar a diario las bocacalles del microcentro, atropellando con total impudicia el derecho de los terceros. No deja de sorprender, pues, el silencio cómplice de la dirigencia política, que, a excepción de la ANR, nada dice sobre los graves hechos que se están sucediendo.

Hasta ayer, en horas de la mañana, la discusión se limitaba al ámbito de una exigencia descabellada -que el Estado se haga cargo de las obligaciones de los deudores, sin saber quiénes son, ni el concepto de las deudas, ni dónde las contrajeron –  y a la violación de al menos dos preceptos establecidos en los artículos 32 y 41 de la Constitución Nacional. El primero, referido a la libertad de reunión y de manifestación, según el cual las personas tienen derecho a reunirse y a manifestarse “pacíficamente, sin armas…preservando derechos de terceros y el orden público establecido en la ley”. El segundo, al derecho al tránsito, que garantiza a todos los habitantes poder trasladarse libremente por el territorio nacional.

Sin embargo, a diario todos somos testigos de que los activistas de la CNI están munidos de garrotes, con los que amenazan a medio mundo, y que los habitantes y quienes intentan transitar por el centro de la Capital no pueden ejercer su derecho al libre tránsito.

Eso fue hasta ayer, a primera hora, lo que por cierto ya resultaba por demás preocupante. Pero las cosas empeoraron notoriamente con las declaraciones vertidas por Luis Aguayo, uno de los dirigentes más destacados de la citada coordinadora, quien, al estilo de un desquiciado general ya fallecido, anunció que “correrán ríos de sangre”, provocando con ello un salto en la espiral de violencia, por ahora en el terreno discursivo.

Ni los bloqueos, ni los garrotes y muchos menos el alevoso chantaje de Aguayo, puede ser tolerados en una sociedad democrática. Tales actitudes representan un atropello a las más elementales normas de convivencia civilizada y al Estado de Derecho, por lo cual merecen el repudio claro y terminante de toda la ciudadanía y de las organizaciones en las que ésta se halla representada, así como la intervención del Ministerio Público, que no puede seguir cruzado de brazos.

Hoy sesiona el Senado y se escucharán muchos discursos sobre este tema. En ADN nos preguntamos y les peguntamos a los legisladores si, además de discutir los reclamos y las opciones que se plantean, sentarán posición frente a la forma grosera en que la CNI está violentando la Constitución y su líder Aguayo, con total desparpajo, coacciona a los poderes públicos y amenaza con derramar la sangre de compatriotas si no son aceptadas sus exigencias.

Queremos escucharles a Desirée Masi, Eduardo Petta, “Marito” Abdo, Enrique Bacchetta, Juan Carlos Galaverna, “Tito” Saguier, Luis Alberto Wagner, Adolfo Ferreiro y demás “fieles custodios” del orden constitucional. Aquellos que llamaban a salir a las calles para defender la democracia, que supuestamente corría peligro si se realizaban… ¡elecciones! ¿Qué dicen ahora ante los anuncios públicos de violencia y sobre el actuar impune de garroteros?

Probablemente ni se refieran a la grave situación o, peor aún, manifiesten su apoyo a los que protagonizan estos actos, aplicando como siempre la miserable fórmula de que “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”.

Pero esperemos estar equivocados, que los senadores mencionados y sus compañeros de “trinchera” nos sorprendan y, por una vez, defiendan en serio la paz y las libertades.

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