ADN Digital
La contundente respuesta de la ciudadanía a la vacunación contra el Covid-19 desde hace varias semanas desmiente claramente el discurso oficial que culpaba por el bajo porcentaje de inmunizados a la resistencia de la gente y no a su pésima gestión para la adquisición de las vacunas.
Lo que pasaba era que no había vacunas, ya que las adquiridas por el gobierno no llegaban o lo hacían a cuentagotas. Si en este momento tenemos un alto número de dosis es gracias a las donaciones de gobiernos que han visto la angustiante situación paraguaya y se han compadecido de nosotros. Uruguay, Chile, México y Qatar donaron vacunas a Paraguay y gracias a ello se pudo ir bajando lentamente el rango etario de quienes recibirían la inmunización.
Que hoy se inicie el proceso de vacunación masiva se debe a otra donación, la de Estados Unidos y su millón de dosis de la Pfizer. Aunque las autoridades se pavonean con el cargamento que llegó el viernes, lo cierto es que este importante avance en la inmunización de la población se debe gracias a la caridad del país del norte, la misma que antes tuvieron algunos de la región, entre otros.
Lo cierto es que hasta ahora los paraguayos estamos viviendo de la caridad, y no porque no haya recursos para la adquisición de las dosis sino porque el gobierno se ha demostrado absolutamente incapaz de hacer las gestiones para su adquisición en tiempo y forma, apostando toda su artillería al mecanismo Covax que lo dejó con un palmo de narices.
Cuando reaccionó, gracias a la presión de los medios y la ciudadanía, los cupos estaban llenos y la gran mayoría de las vacunas a nivel mundial habían sido adquiridas por otros países que sí se tomaron las cosas en serio y actuaron precavidamente. Es más, su gestión fue tan eficiente que ahora se pueden pegar el lujo de donar a otros países –como el nuestro- lo que les sobra, luego de haber inmunizado a su población.
Nadie quiere imaginar siquiera qué hubiera sido de nosotros sin las donaciones. Pero, definitivamente, no estaríamos en un estadio en el que, por fin, podemos mirar el futuro con una leve esperanza de que este horror pueda ser superado prontamente.