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¿Qué tiene en común la disidencia con la ANR?

Aunque hasta hace poco todos parecían pertenecer al mismo grupo por ideología, posturas y planes comunes, desde hace más de un año, el sector que se dio en llamar Colorado Añetete, pero que es conocido como la disidencia, parece absolutamente divorciado de la realidad de la ANR y hasta se asemeja más a un partido de la oposición.

Las cosas empezaron a cambiar a inicios del año pasado, cuando un sector de senadores colorados se enojó con el presidente Cartes porque no escogió a Mario Abdo Benítez como su caballo para las internas a la Presidencia del partido. De manera inmediata, ese sector se apartó de la bancada colorada e hizo migas con la Multibancada, donde están las bancadas de izquierda que responden, casi siempre, al liderazgo de Fernando Lugo y Desirée Masi.

Las cosas fueron más radicales cuando esa alianza les permitió tener la mayoría en la cámara, con lo que decidieron tomar actitudes absolutamente irracionales y destinadas exclusivamente a entorpecer los planes de gobierno. Quedaba ya claro en ese momento que la disidencia no iba a perdonar a Cartes haber dado su apoyo a otro que no fuera Marito.

Pero de a poco se dio un cambio de actitud en estos que hasta ahora se llaman colorados, y lo que en principio fue un matrimonio de conveniencia entre ellos y los izquierdistas cambió a una unión por amor, demostrada no solo en los planes para entorpecer al gobierno sino en otros hechos que los muestra unidos con lazos fuertes y, pareciera, definitivos.

De hecho, en estos dos años ha quedado demostrado que la disidencia colorada tiene muchas cosas en común con Lugo y su séquito, por lo que les es demasiado fácil establecer acciones conjuntas y hacer presentaciones públicas en las que hacen ostentación del lazo que los une. Quizás el único problema que hay en este momento entre ellos es que tanto Abdo Benítez como Lugo tienen ambiciones presidencialistas, pero, así como están planteadas las cosas, pareciera que la competencia será entre ellos y no del primero con otro precandidato colorado.

La semana que pasó nos ha dejado con la sensación más intensa aún de que los disidentes están mucho más cerca de los luguistas de lo que podrían volver a estar de sus propios correligionarios. De hecho, mientras justificaron la campaña engañosa que realiza el exobispo, para la Presidencia de la República, sin estar habilitado por la Constitución, denunciaron a su propio partido por haber aprobado la disciplina partidaria, vigente y necesaria en cualquier poder del Estado que tenga representatividad popular.

Si cada bancada que integra una de las cámaras no se guía por posturas y decisiones comunes, cada uno votaría a su antojo y la debacle sería frecuente. Este no es un invento colorado ni paraguayo, sino que rige en cualquier partido político de cualquier país, que ocupa cargos pluripersonales en un organismo del Estado.

Pues bien, los disidentes no quieren que se les obligue a votar como quiere el Partido Colorado porque ellos tienen más puntos de coincidencia con el Frente Guasu y el Partido Democrático Popular.

Llegados a este punto, pareciera correcto que estos señores se planteen seriamente la conveniencia o no de seguir perteneciendo al Partido Colorado, en donde siempre serán un sector marginado, porque la mayoría tiene otros ideales y una forma diferente de ver la vida y plantear el manejo del gobierno.

Preguntábamos al inicio y lo volvemos a hacer: ¿Qué tiene en común la disidencia colorada con la ANR? Nada.

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