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¿Quién defiende al pueblo en este país?

La ciudadanía paraguaya tuvo que sufrir casi un mes del paro de los camioneros, que cerraban rutas, bloqueaban calles y amedrentaban a quienes osaran cruzarse en su camino. Para colmo, a consecuencia de estos cierres, los productos en los almacenes y supermercados escalaron a límites casi inalcanzables, con el argumento de que no podrían llegar en tiempo y eso aumentaba el costo de los mismos.

Pero el paro se levantó hacen ya 2 semanas y, sin embargo, a nadie se le ocurrió pensar que si ya no hay problemas para que los productos lleguen a los locales de venta, estos ya no tienen argumento para seguir manteniendo los precios que aumentaron debido a la crisis.

Es increíble pero todo sigue aumentando de manera desproporcional, dejando al ciudadano común cada vez más acogotado, con un salario mínimo que no alcanza ni para sobrevivir y con la impotencia de ver que la situación se va agravando sin que haya una sola entidad capaz de pensar en la gente y de hacer algo al respecto.

Los camioneros se salieron con la suya, los intermediarios también, y los productores mucho más. Los únicos que perdieron, como históricamente pierden en este país, son los ciudadanos, que sufrieron el paro y siguen sufriendo ahora aunque ya no haya paro.

Cuando decimos que no hay ninguna institución que piense en el ciudadano o consumidor nos referimos específicamente a la Sedeco (Secretaría de Defensa del Consumidor) una de las instituciones más inútiles en un país en donde lo que más abundan son instituciones inútiles. A la inoperancia de sus funcionarios se une su absoluta falta de sentido común, porque si alguno lo tuviera, sería muy fácil pensar que, ya sin trabas, hay que exigir que bajen los precios de los productos básicos e imprescindibles de la canasta familiar, que hoy cuestan como si fueran piedras preciosas.

Es tan grande la orfandad de este pueblo ante los abusos a los que es sometido por los poderosos, del color y sector que fueren, que a veces parece hasta olvidado de la mano de Dios. Lo cierto es que los paraguayos estamos absolutamente abandonados por quienes elegimos para que nos procuren una vida mejor y no el infierno en el que nos hacen permanecer pareciera que eternamente.

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