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Quieren, pero no pueden…

Por tercera vez, los opositores encabezados por Desirée Masi no pudieron blanquear al ministro de la Corte Sindulfo Blanco y conseguir su impunidad. La decisión del oficialismo colorado de no permitir que continúe el juicio político hasta tanto no se consigan los 30 votos que se necesitan para condenarlo volvieron a pincharles el globo y sus ambiciones terminaron de bruces contra la pared.

Desde que se recibió el libelo acusatorio de la Cámara de Diputados contra 3 ministros de la Corte, Blanco, Óscar Bajac y César Garay, quedó claro que de buenas a primeras faltaban 3 votos para lograr la cantidad necesaria para que sean condenados y separados de su cargo.

El juicio político tiene un procedimiento diferente al ordinario, puesto que en éste, quienes tienen a su cargo el juzgamiento del acusado –los senadores- preopinan y negocian los resultados. Es por eso que ya antes de iniciado el proceso se conoce el resultado, porque la negociación es política.

Así que desde el vamos se supo que la oposición no apoyaría el juicio a los ministros. Dijeron en su momento que no lo iban a hacer porque este acuerdo entre Horacio Cartes y Blas Llano –entonces presidente del Senado- no tenía otra intención de conformar una Corte Suprema a medida del jefe de Estado.

Esto fue desmentido por ellos mismos hace unos meses, cuando un diputado del Partido Democrático Popular (propiedad de Masi y su marido, Rafael Filizzola) presentó un pedido de juicio político a otros 2 ministros, algo que solo puede ser fruto de una mentalidad alucinante, puesto que mientras que rechazaban el enjuiciamiento de unos, solicitaban el de otros.

En realidad no querían el juicio político de ninguno; lo que pretendieron en todo momento fue bloquear cualquier posibilidad de enjuiciar a los ministros de la Corte embarrando la cancha de tal manera que fuera imposible continuar con el proceso que ya había terminado en Diputados y estaba en poder del Senado.

Parece un absurdo ver cómo estos opositores, que toda la vida mantuvieron una actitud contraria no solo al Gobierno sino al Poder Judicial, al que denunciaron por corrupción y otros miles de delitos desde la dictadura hasta hace poco, ahora se hayan convertido en los paladines defensores de los ministros de la Corte. Pero esto es una prueba más de que la vida da vueltas y no hay nada que permanezca inmóvil, menos aún en política.

Lo que ocurre es que estos señores fueron impolutos hasta que llegaron al poder. Una vez allí demostraron que eran tan venales y corruptos como esos a los que siempre criticaron. Por supuesto, el nombre que destaca como con luces de neón es el del marido de la Masi, el exministro del Interior de Fernando Lugo, Rafael Filizzola, quien está imputado por lesión de confianza y otros fuertes y graves delitos. Y como el expediente está en poder del ministro Garay y los demás pueden intervenir en algún momento, resulta fundamental que los integrantes de la Corte sepan a las claras que su impunidad se la deben al matrimonio Filizzola.

Esos son los planes de esta gente, pero hasta ahora no pudieron concretarlos porque los colorados no lo han permitido. Ya quedó claro que mientras no se tengan los votos necesarios para condenar a Blanco y echarlo del cargo, no habrá juicio político. Aunque Desirée grite más fuerte que lo habitual.

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