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Hace años que la Justicia está intentando terminar los dos procesos penales en contra de Rafael Filizzola, imputado por lesión de confianza por más de 51 mil millones de guaraníes, cuando era ministro del Interior del gobierno de Fernando Lugo. En todo este tiempo no se ha podido concretar nada porque el marido de la senadora Desirée Masi es un verdadero maestro a la hora de utilizar chicanas. Ahora recusó a 6 fiscales de la Unidad de Delitos Económicos y Anticorrupción, para seguir eludiendo a la Justicia.
ASUNCIÓN.- El matrimonio Filizzola-Masi fue durante mucho tiempo un referente importante a la hora de fijar los ojos en una clase política honesta y comprometida. Pero bastó que tuviera un mínimo de poder para que se le descubriera los mismos vicios que aquellos a los que siempre combatieron.
Filizzola está procesado por dos casos que involucran más de 51 mil millones de guaraníes y se muestra como si fuera un perseguido político, mientras su señora transa a diestra y siniestra para salvar del juicio político a ministros de la Corte que pudieran evitar que su consorte termine en Tacumbú.
Como si Filizzola ya no hubiera chicaneado bastante sus procesos, ahora recusó a 6 fiscales de la Unidad de Delitos Económicos y Anticorrupción, desde el fiscal adjunto, Federico Espinoza. Los demás son Yolanda Portillo, José Dos Santos, René Fernández, Igor Cáceres y Luis Piñánez. Ante esta situación, el fiscal general se ve en la necesidad de designar a fiscales interinos que pudieran continuar con los procesos que investigan las obras sobrefacturadas para la refacción de comisarías del Área Metropolitana y la estafa en la compra de helicópteros para la Policía Nacional.
Pero por más prisa que se dé el fiscal general, designar a los interinos llevará tiempo. Y todo con la aviesa intención de que las causas se prorroguen lo suficiente para que terminen extintas. Por eso, Masi se opuso a la extensión de los plazos procesales, porque eso le complicó un poco más la cosa al marido.
Para colmo, en esta campaña en la que están empecinados ambos, han involucrado a otros senadores que –nadie entiende por qué- han decidido jugar su reputación en pos de una causa que no tiene ni pies ni cabeza.
Si Filizzola es tan inocente como aseguran él y la senadora, es inentendible que pretendan a toda costa evitar que el proceso continúe su curso natural. El exministro debería dejar de esconderse como cobarde y aprovechar la oportunidad que tiene de demostrar su inocencia.
Pero no. Con la intención de evitar a la Justicia, están dispuestos a jugarse el todo por el todo. Por lo visto, les espanta la posibilidad de que los investigadores presenten pruebas que demuestren que él no es más que un delincuente.
