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Seamos serios

Es una lástima que un tema tan urticante como el del dinero sucio que sostiene muchas campañas de candidatos a legisladores haya sido planteado de manera tan irresponsable por alguien acostumbrado a lanzar acusaciones sin ninguna prueba que las sustente.

En plena discusión sobre el financiamiento político, nuevamente la liberal Celeste Amarilla, parecida cada vez más a su líder, Efraín Alegre, en la debilidad que sienten por las cámaras de televisión y grabadoras de diarios, lanzó que de 80 diputados, casi 70 ingresaron gracias al dinero sucio de las mafias. Lo dijo como siempre, alegremente y sin arrimar ni una sola prueba de su acusación. Así es como los irresponsables y con aires de vedettes arruinan un tema fundamental y que merece una atención seria por parte de todos.

Lo cierto es que nuestra oferta política desde hace mucho tiempo está podrida desde sus raíces. Aunque algunos se indignen cuando se plantea esta realidad, nadie puede negarla. Es un secreto a voces que las bases clientelistas corruptas son las que imponen a sus candidatos porque lograron que los cargos políticos se vendan como mercancía.

Y si no son todos los legisladores los que ocupan un lugar en el Congreso gracias al dinero sucio, los que no recurrieron a este sistema están también salpicados porque se apoltronan en sus curules observando con indiferencia la podredumbre que les rodea.

Hay que depurar todo el sistema. Hace unos años y en el período anterior, algunos senadores parecieron estar dispuestos a mover los cimientos podridos identificando con nombre y apellido a los representantes de la narcopolítica instalados en Diputados. Pero la cosa no pasó de ahí. Finalmente, solo quedaron en el show y en ser protagonistas de tapas de diarios durante algunos días. Entregaron los antecedentes a la Fiscalía, y a otra cosa. Jamás volvieron a interesarse en el tema.

Algunos consideran que las listas desbloqueadas que se aprobaron en el Congreso pero que aún no fueron puestas a prueba debido a la suspensión de las municipales a causa de la pandemia, sería un paso fundamental para empezar a limpiar la puerqueza que suele invadir las listas de candidatos a cargos electivos. Pero es difícil pensar que las intenciones pueden cambiar sustancialmente a través de una ley, si es que detrás no hay un convencimiento de que las cosas deben cambiar de verdad, dejando de lado el Gatopardismo al que tanto les gusta recurrir a nuestros políticos.

Un paso serio puede ser la modificación de la Ley de Financiamiento Político, que establece una trazabilidad del dinero que se aporta en campaña. También elimina a los contribuyentes NN; de esa manera se pretende que las personas que dan dinero a tal o cual candidato lo tengan bien justificado.

El nuevo sistema aún no ha sido puesto a prueba a causa de la cuarentena. Pero antes siquiera de que esto ocurra, nadie duda de que no hay reglas ni fórmulas milagrosas si no existe una voluntad seria de que las cosas cambien. Todo lo demás seguirá siendo un bluf al que recurren charlatanes como la diputada Amarilla, para hacer algún golpe de efecto o conseguir una tapa de diario.

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