La masacre de Curuguaty se convirtió en plataforma para un acuerdo entre luguistas y abdistas por sobre 17 muertos, cuyos familiares siguen exigiendo un responsable.
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Senador Fernando Lugo, ¿qué pasó en Curuguaty?

El exobispo y sus seguidores reflotaron esta pregunta, tras el fallo de la Corte Suprema por el cual quedaron en libertad los 11 campesinos que habían sido condenados en dicho caso. Sin embargo, fue durante su gobierno y por su inacción, que el conflicto se agravó hasta terminar en tragedia; una de las razones por las que resultó destituido de la presidencia, sin nunca ser siquiera indagado, pese a ser el responsable político de aquellos hechos.

ASUNCIÓN. ¿Cinismo? ¿Intento por deludir sus propias responsabilidades? Cualquiera sea la respuesta, lo que resulta indiscutible es que Fernando Lugo ejercía la presidencia de la República cuando se produjo la masacre en Curuguaty, en junio del 2012, en la que perdieron la vida 11 campesinos y seis policías, por lo cual, se supone, es quien más debe estar informado acerca de lo que pasó en aquel conflicto que terminó en tragedia.

Lo primero que debe explicar el exobispo es por qué su gobierno no movió un dedo para evitar el desenlace de lo que se veía venir. Era la crónica de un enfrentamiento anunciado. En vísperas de la matanza, sus simpatizantes, ocupantes ilegales de una propiedad que reclamaban para sí, declaraban a los medios de prensa que no se retirarían del inmueble y que resistirían en ella, armas en mano, a cualquier intento de desalojarlos.

El gobierno tuvo tiempo para tomar cartas en el asunto, pero para desgracia de los 17 compatriotas que resultaron muertos, no hizo nada para impedirlo. ¿Por qué? Eso debe contestar el senador Lugo y no otros estamentos de la sociedad, que nada tenían que ver con el manejo de la seguridad interna del país.

Estos sucesos, es cierto, le costaron el cargo. Su principal aliado político de hasta ese momento, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), le retiró el apoyo político y, con sus votos, Lugo fue expulsado del Palacio de López, del que se retiró diciendo estar en desacuerdo con el resultado del juicio político, pero que “acataba” lo dispuesto, si bien después denunció en todos los foros habidos y por haber el supuesto “golpe parlamentario”.

NUNCA DECLARÓ

El segundo hecho que debe llamarnos la atención no es solo su pregunta, verdaderamente insultante, considerando que la formula el presidente de la época, es por qué razón Lugo nunca fue llamado siquiera para declarar, en el marco de las investigaciones que supuestamente impulsaba la Fiscalía. Ya no digamos a una indagatoria, sino a una testifical. Pero nada, a pesar de que, con certeza, tiene mucho que decir al respecto.

Ahora, nos enfrentamos a la peor de las situaciones. Los condenados en dos instancias, fueron liberados por la tercera y, desde luego, se aferrarán a su inocencia, avalada en el presente por la Sala Penal del máximo tribunal. Los muertos, muertos están, sin que nadie les haya hecho justicia. Y el Estado cargará inexorablemente con la responsabilidad, por la irresponsabilidad y/o las políticas nefastas impulsadas por los gobernantes de entonces.

La única forma de encarar con seriedad la necesaria revisión del caso, es preguntado a los más informados de la época, especialmente a Fernando Lugo: ¿Qué pasó en Curuguaty?

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