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Senadores, cada vez más en contra del país

Resulta difícil entender cuál es el objetivo que persiguen disidentes y opositores del Senado, ya que su actitud es cada vez más fuerte contra cualquier tipo de proyecto que pudiera beneficiar a sus compatriotas.

El jueves pasado decidieron tirar por la borda dos proyectos que, sin ninguna duda, iban a redundar en beneficios para quienes más lo necesitan. Cuando decidieron rechazar un crédito de 200 millones de dólares, que habría permitido continuar con obras de infraestructura y conservar el trabajo de 50 mil paraguayos, lo hicieron a sabiendas del golpe social que eso implicaría, pero ni les tembló la voz ni se sonrojaron avergonzados.

El motivo real es siempre el mismo, no quieren aprobar nada que pudiera beneficiar al gobierno de Horacio Cartes. Si bien pretenden argumentar cuestiones técnicas, uno de ellos, Carlos Amarilla, reconoció que la cuestión fundamental es política. Así que por perjudicar a su más temible contendiente tiran por la borda obras que beneficiarían a la ciudadanía, golpean a las empresas vialeras y dejan en la calle a 50 mil trabajadores que deberán enfrentar una muy dura Navidad. No le jodieron a Cartes; le jodieron al país.

Pero ahí no termina la cosa. El otro proyecto, que no rechazaron, pero postergaron vaya a saber para cuándo, es el que crea una nueva política salarial, cuyo principal punto es que establece que el aumento del salario mínimo se dará anualmente, en junio, en base a lo que aumenten la inflación y el Índice de Precios del Consumidor.

En estas páginas ya hemos fundamentado suficientemente sobre la conveniencia de este proyecto y el cambio positivo que traerá a la vida de unos 420 mil trabajadores que reciben el salario mínimo. Además de no aceptar que esta ley pudiera tener un rédito político para Cartes, imaginamos que, en el caso de la izquierda, no soportaron la idea de que no fue al gobierno de Fernando Lugo al que se le haya ocurrido esta política salarial que podría redundar en muchos más beneficios para la clase obrera de lo que jamás lograron los denominados “progresistas” con sus marchas, huelgas y chantajes.

Lo dicho, en un solo día el Senado postergó años de beneficios que podían haber dado una vida digna a miles de paraguayos que deben pelear diariamente por sobrevivir en un país en donde las asimetrías las establecen los poderosos que ocupan bancas en el Congreso. Lo que hicieron los disidentes y opositores el jueves pasado fue confirmar lo que ya sospechábamos, que son enemigos del país y han declarado la guerra a la gente, la misma que con su voto les permitió ocupar ese lugar.

Lo que aumenta nuestra confusión es que estos senadores no tienen ninguna intención de pasar a retiro en el 2018. Siguen con aspiraciones políticas y pretenden competir, algunos para la Presidencia de la República, otros para continuar en el Legislativo o en cualquier otro cargo electivo regional. Así que lo que deberían pretender en estos menos de dos años para las elecciones generales es convencer a los electores de que son las mejores opciones en los cargos a los que se postularán.

No entendemos cómo convencerán al electorado, con actitudes que lo único que hacen es patear en contra de la República.

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