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Si la cabeza anda mal , al cuerpo le irá peor…

Los obispos de la CEP jugaron con fuego. El tema de la pedofilia en la Iglesia es terrible, el mismo Papa Francisco, le declaró la guerra sin cuartel. Separó de cuajo y ni siquiera se dignó a recibirlos a encumbrados obispos, de enormes diócesis, que sin embargo, tenían sobre sí la terrible mancha. Ahora, la mayoría de ellos fue pasada a retiro y sobre ellos pesan acusaciones judiciales.

La sodomía con niños, con jóvenes, en realidad debe ser uno de los pecados más terribles que castiga la religión Católica. Sin embargo, lo estaban perpetrando sus mismos ministros. Una completa barbaridad.

Por supuesto, el problema está lejos de ser arrancado completamente.

El caso de los curas pedófilos  que fueron aceptados “inocentemente” en Paraguay es una ramificación del mal que nos toca muy de cerca.

Resultan absolutamente sospechosas las  “aclaraciones”, del arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela, en el sentido de que tenían vergüenza de solicitar sus papeles a quienes se ofrecían para ejercer el ministerio sacerdotal. ¿Cómo? Y los cánones precisos que están vigentes al respecto. No puede ser que el prelado paraguayo los desconozca.

Entonces, surge la sospecha. ¿Los admitieron a sabiendas, ciertos prelados paraguayos que se habrían desviado también de su sagrado ministerio? Tal posibilidad resulta escalofriante, pero factible, de acuerdo a las incoherentes razones que se dieron para la admisión de los depravados ministros argentinos.

La cúpula de la Iglesia Católica paraguaya está carcomida desde el advenimiento de Lugo a la arena política,  que resultó en un tremendo destrozo de su credibilidad. La actitud chupamedística de sus colegas obispos, fue de lo más detestable.  Y así empezó a rodar, quizás mucho antes, una bola de ignominia que está haciendo crisis en este momento.

Y si la cabeza anda mal, al cuerpo le irá peor.

Ahora apareció un sacerdote (¿) Aurelio Martínez, de la parroquia de Yatytay, Itapúa ,quien devenido en líder campesino, reclamó a gritos la cabeza del presidente de la República.

Existe al respecto un video exhibido por el diputado Walter Harms.

“Pido en este momento que el pueblo paraguayo declare la renuncia de Horacio Cartes”, dijo el hombre poseído de una rara enjundia. Agregó luego que “hay que declarar la guerra, pero sin derramar sangre”, hasta que renuncie el jefe de Estado.

Remató todo con un “Ya no tiene nada que hacer en la Presidencia (por HC), tiene que darse cuenta y renunciar, sin que se derrame la sangre de ningún paraguayo. Muchos dicen que los sacerdotes no deben hablar así, pero hay que decir las cosas malas, por eso vine con ustedes para aportar mi grano de arena”.

¡¡¡Pero, estamos todos locos!!!

Sin duda, la Iglesia paraguaya está en una profunda crisis. Tiene una cúpula harto sospechosa de toda suerte de trapisondas. Hasta estar envuelta en un suceso de protección, ¿por afinidad?, a curas pedófilos.

Lo peor de todo es que no se ven síntomas de arrepentimiento y menos aún de propósito de enmienda.

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