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En un país en el que nada funciona y todo está corrompido, confiar en alguien es casi imposible. Pero cuando surge una persona que te inspira esa confianza y te hace creer que es diferente a todos los demás y que se atendrá a la Constitución en las leyes, y luego, de un zarpazo, te demuestra que te mintió, que al final es tan igual como los badulaques a los que decía combatir, tenés ganas de patear el tablero y mandar todo al diablo.
Eso me pasó con Lugo. Para nadie es novedad que fui luguista de la primera hora; durante 8 meses trabajé en su gobierno (mi único paso por la administración pública) y cuando le sacaron el poder por un golpe de Estado, lloré, pataleé y denuncié a quienes habían atropellado así el futuro de este país que ya no podía resistir mucho más.
Hasta hace poco, incluso, solía decir que, si la Constitución se modifica y se permite la reelección, yo sería una de las primeras en votar por Fernando Lugo, porque sigo convencida de que el cambio que se inició en su gobierno tenía que tener un largo alcance, que hubiera realmente hecho de este un país diferente.
Pero esta campaña mentirosa y sinvergüenza que se encuentran haciendo tanto él como el Frente Guasu me parece tan indignante, tan grosera, que tengo ganas de tirarles algún zapatillazo por la cabeza para que recuperen el sentido común y, lo más importante, el sentido de decencia que tanto parecían tener.
Ni Lugo, ni Cartes, ni Rita la cantaora pueden volver a postularse a la Presidencia de la República; no mientras la Constitución no sea modificada y permita la reelección, que en este momento está prohibida en cualquiera de los casos. Pero he aquí que el tipo en el que yo confié, que estaba segura de que a través suyo podríamos tener el país que quiero dejar a mi nieto, hace una campaña mentirosa, diciendo que él sí está habilitado para volver a postularse. Como si fuera una especie de mesías, al que las leyes de los hombres no le tocan.
Y lo peor del caso es que miente a la gente más humilde, a los miles de campesinos que siguen viéndolo como yo también lo veía, el dirigente que podía terminar con las desigualdades y abusos de toda laya que han soportado durante siglos. Y esto es lo peor porque lo que está tratando de conseguir Lugo es que –cuando la Justicia actúe e impugne su candidatura- esa gente marginada, que ya no tiene nada que perder y que está dispuesta a morir por dar a sus hijos una vida digna, se levante en armas y con la violencia pretenda imponer una candidatura que fue inconstitucional desde el vamos.
Qué rabia e impotencia siento al darme cuenta de que no tenemos salida. Porque hasta el que dice combatir a los sinvergüenzas, es tanto o más sinvergüenza que ellos.
Lugo no tenía derecho de jugar así con quienes creímos en él.
