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Sintamos pena y preocupación

Nunca antes las fuerzas de oposición, nucleadas ahora en la alianza GANAR, mostraron tantas limitaciones políticas, que a diario se ponen de manifiesto en los discursos carentes de contenido y de ejes claros que las identifique ante el electorado. Tal vez por eso, por la ausencia de una “hoja de ruta” que los guíe en su accionar, cometen un sinfín de errores y hasta incurren en actitudes payasescas que producen cierta vergüenza ajena.

El más reciente fue ayer, al promover la inasistencia colectiva de sus legisladores a la sesión extraordinaria del Congreso, en la falsa creencia de que así le hacían “el vacío” al oficialismo colorado, cuando en realidad no hicieron más que demostrar su profunda inmadurez y su completa falta de respeto hacia la institucionalidad de la República.

Los argumentos para justificar la ausencia fueron, cuanto menos, descabellados. Desde las carpas liberales se escuchó decir que no concurrían porque el vicepresidente Juan Afara “debía renunciar antes para candidatarse al Senado”, lo cual, si así lo creyeran, correspondería que impugnen su nominación y no que traten de impedir su dimisión al cargo; un derecho básico del cualquier persona, incluyendo a los más altos funcionarios.

En el caso del Frente Guasu y del PDP los fundamentos fueron igual de irracionales. Uno de sus portavoces, el senador Carlos Filizzola, sostuvo que no podían convalidar con su presencia una supuesta violación a la Constitución, pues la candidata a reemplazar a Afara, Alicia Pucheta de Correa,  está inhabilitada a ejercer el cargo por ser ministra de la Corte Suprema de Justicia. ¿Y qué tiene que ver eso con la renuncia del vice? Además, ¿cómo saben los dirigentes de dichas organizaciones que la señora no renunciará al máximo tribunal? Pero aparte de eso, si no lo hiciere, ¿por qué no se reservaron el derecho a votar en contra de su nombramiento  o a retirarse de la sala llegado el momento, salvaguardando de esa manera sus “principios”?.

La fantochada política alcanzó niveles superlativos al no concurrir a la sesión extraordinaria el mismo que la convocó, Fernando Lugo. Y así, lo que debía ser una cuestión de mero trámite -la aceptación de la renuncia de Afara- no pudo ejecutarse por falta de quórum, ni tampoco la discusión y definición de quién le sustituiría en sus funciones, por decisión de una banda de patanes que denigran la investidura que ostentan los diputados y senadores de la nación.

Este, sin embargo, no es el único papelón protagonizado por la oposición en los últimos días. Sus referentes andan recorriendo oficinas de organismos internacionales a los efectos de renunciar la presunta falta de transparencia del proceso electoral. ¿Y qué alegan? Que la Justicia Electoral rechazó su pedido de que en estos comicios se aplique el sistema de conteo rápido (TREP) para las candidaturas plurinominales, lo cual resulta ridículo. Primero, porque dicho conteo no es el oficial y si hubiera algún hecho fraudulento éste se llevaría a cabo en las mesas electorales, en las cuales tendrán a sus representantes. Segundo, porque nunca se aplicó y no por eso alguna de las elecciones realizadas en la etapa democrática fueron menos transparentes, salvo en el 2013, cuya experiencia no fue positiva porque se registraron diferencias entre los datos preliminares y los oficiales. Y tercero, porque en las elecciones venideras pugnarán el doble o el triple de la cantidad de listas de las que participaron en la anteriores, lo que torna impracticable el conteo rápido.

Para completar el circo, el presidenciable de GANAR, Efraín Alegre, tomó en sus manos la tarea de impulsar personalmente el juicio político a la Fiscal General del Estado, Sandra Quiñones, por “mal desempeño de sus funciones”, lo que ya causa carcajadas, pues el anuncio fue hecho cuando la funcionaria recién juraba como titular del Ministerio Público, es decir, cuando aún no había desempeño malo ni bueno de su parte…

De la oposición no se divisa propuestas, alguna plataforma o algo de lo que se estila en toda campaña electoral. Hasta ahora, y nada parece que vaya a cambiar a 30 días de las votaciones, lo único que ofrece son algunos intentos de generar escándalos que enturbien el panorama y le de algún protagonismo, hasta ahora muy débil.

Estas prácticas, desde luego que a cualquiera pueden indignar, pero, si lo pensamos bien, deberíamos sentir pena e inclusive preocupación, porque el país necesita una oposición seria, responsable y medianamente coherente, mientras la realidad nos demuestra que, al menos hoy, estamos lejísimos de eso.

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