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Tardes son los lamentos

Por: Marilut Lluis O’Hara
Por: Marilut Lluis O’Hara

Nunca me gustó Efraín Alegre; debo confesar que no soy objetiva cuando tengo que escribir alguna información que tenga que ver con él. Ya desde el 2013, con su campaña “Paragua Alegre” estaba en contra suya. Estaba, y sigo estando, convencida de que su gobierno hubiera sido tanto o más desastroso que uno colorado y que hubiera seguido la línea de Federico Franco, con un entorno venal y deshonesto que robó todo lo que pudo en los 14 meses que estuvo en el poder.

Yo creo que Efraín es oportunista y con ínfulas de dictador, algo que demostró a las claras ni bien asumió la Presidencia del PLRA. Lo primero que hizo fue decidir la integración de los dos tribunales más importantes del partido, el de Conducta y el Electoral, dejando de lado a la primera mayoría de Blas Llano.

Alegre cometió todo tipo de desafortunadas acciones haciendo uso del efímero poder que le da la Presidencia del primer partido de la oposición. Y en todo momento sus acciones estaban destinadas a perjudicar a su principal rival, intentando de manera absurda que la oposición desaparezca del mapa liberal.

Siempre dije también que a Alegre no le interesa el PLRA, sino como plataforma que le permita llegar a la Presidencia de la República, su sueño eterno. Y, por lo visto, pensó que eliminando a la disidencia de su partido se le allanaría el camino para concretar este objetivo; pero le salió el tiro por la culata porque a causa de la crisis interna de los liberales, los demás sectores de la oposición han dejado de verle como alternativa válida para el 2018. Porque Efraín, además de deshonesto y dictadorzuelo, es torpe a la hora de tomar decisiones políticas.

Defendiendo este objetivo, consiguió que la convención de su partido apruebe su absoluto rechazo a la reelección presidencial. Y tiene lógica, porque de aprobarse la figura, él sabe que no tendría la más mínima chance ni ante Fernando Lugo para encabezar una concertación opositora, ni ante Horacio Cartes en las elecciones generales.

Pero resulta que el llanismo, ese al que vapuleó y pretendió su extinción, ahora parece apoyar la idea de la reelección. Y recién ahora le cayó la ficha a este payaso y acaba de descubrir que, quizás, si consigue seducir a sus correligionarios del Equipo Joven, y les ofrece los mismos cargos que antes les negó, y la participación en el gobierno partidario, podría ganarles y hacer que vuelvan por sus fueros.

Espero que se equivoque. Ni siquiera soy liberal pero me da por lo que no tengo que esta gente que debía ser alternativa, una opción diferente para quienes ya estamos hartos de los badulaques, se muestren tan sinvergüenzas como esos a los que dicen combatir. No hay derecho.

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