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Triunfaron la irracionalidad y el populismo

Aunque los resultados estuvieron cantados varias horas antes de la sesión de la Cámara de Diputados, no podemos dejar de sorprendernos ante la evidencia de que la irracionalidad es un mal endémico en la clase política paraguaya.

Si bien es cierto que los opositores tomaron el micrófono durante horas buscando justificar lo injustificable, no hay forma de encontrar una explicación lógica a la ley que dispone la condonación, esa es la verdad, de las deudas vencidas de los campesinos. Para colmo, pretendieron tomarnos por idiotas al poner como ejemplo otros países de Latinoamérica y de la misma Unión Europea, que tienen el subsidio a la agricultura familiar como algo corriente y muy utilizado.

Lo que ninguno de estos populistas criollos mencionó es que en todos esos países, el trabajo que se hace es serio, en base a estudios de las necesidades reales de los agricultores y su producción. Y sobre todo, en ellos cuentan con los recursos necesarios para tal efecto. No como aquí, en donde todo se hizo a la bartola, sin saber quiénes serán los beneficiados ni de dónde se sacará el dinero. Aquí, estos legisladores que piensan que ayer ganaron un partido, lo que hicieron fue legislar con la intención de asestar un duro golpe al gobierno de Horacio Cartes, que ahora podría correr el riesgo de quedar en quiebra.

Lo ocurrido en la sesión de la Cámara de Diputados es muy grave, y quienes terminaron la noche festejando “la victoria”, lo que demuestran es que no tienen ningún interés en lo que ocurre con la población que los eligió como sus representantes. Mientras se llenan la boca hablando de la pobreza de los campesinos, asestan un terrible golpe a la ciudadanía, en la que también está incluido el sector agrícola, porque este supuesto subsidio no es más que un bluf que dejará fuera del sistema financiero a una cantidad de personas que ahora piensa que ganó la partida.

Insistimos con este tema: nadie sabe cuántos son los que deberán beneficiarse con aproximadamente 50 millones de guaraníes (que podrían llegar al doble en base a los intereses vencidos y cargas financieras), pero se habla de entre 200 y 250.000 campesinos. Y lo que es mucho peor, nadie tiene la menor idea sobre la fuente de financiamiento a la que se recurrirá para conseguir esa millonada.

El Frente Guasu pretende aumentar el impuesto al tabaco y crear el de la soja. Es decir que primero se decidió gastar una fortuna y recién después se verá de dónde sacar esa plata, algo que cualquier estudiante de economía calificaría como absurdo y destinado al fracaso.

Para colmo, como medida de presión extra, los “pro subsidio” se pasaron advirtiendo de la necesidad de apurar la sanción de la ley ante los conatos de violencia protagonizados por los campesinos, que habían roto las vallas que protegían la sede del Congreso. O sea que legislaron con miedo, clamando por la pacificación, que es una de las peores formas de legislar y que nos recuerda tiempos oscuros, a los que no quisiéramos tener que regresar.

Todo mal. Una mayoría impuesta en ambas cámaras del Congreso tomó la peor decisión en su supuesto intento de mejorar las condiciones de los paraguayos que viven de la agricultura. Ojalá nos equivoquemos, pero se acercan tiempos muy difíciles para todos, porque un grupo de desestabilizadores no encontró otra forma de perjudicar al gobierno. Y todo el país pagará las consecuencias.

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