Inicio / La visión de ADN / El triunfo del “viejo rumbo”

El triunfo del “viejo rumbo”

Ni “la soberbia de Cartes”, ni el “caso González Daher”, ni tampoco la homilía de un obispo a quien nadie conoce, fueron causas relevantes en la reciente derrota del oficialismo. Tales argumentos, expuestos hasta el cansancio por “analistas políticos” y, sobre todo, por los grandes grupos mediáticos que encabezan Vierci y Zuccolillo, resultan cuanto menos superficiales a la hora de buscar explicaciones a los resultados de las elecciones coloradas del pasado domingo.

La cuestión es bastante más profunda. El domingo se impuso el proyecto del “viejo rumbo”, el de la “tradición” de acceder al Estado para saquearlo cual botín de guerra y, desde el, proceder a la repartija discrecional de prebendas para satisfacer a la clientela política del gobernante de turno. Y esta vuelta al pasado significa, como mínimo, frenar el proceso de cambios iniciado en el 2013  y, acto seguido, encaminar al país hacia un profundo retroceso.

La cúpula oficialista, incluyendo a Cartes, seguro cometió errores importantes que contribuyeron para este desenlace, pero reducir el “análisis” a los elementos antes mencionados, es solo un acto de “chiquitaje intelectual”, que no permite comprender lo sucedido el pasado domingo y mucho menos prepararse para lo que viene.

Además, si los defensores de tales teorías tuvieran razón y los electores en realidad “estaban hartos de la soberbia de Cartes”, no le hubieran votado masivamente para el Senado, como lo hicieron, lo que a su vez desmiente que la presencia de González Daher en su lista provocó,  a último momento, “una estampida de los sectores pensantes” hacia la candidatura de Abdo Benítez, según dicen algunos.

Nada de eso. Hay otras causas de fondo infinitamente más importantes. Con el actual gobierno se puso en marcha una serie de transformaciones y se superaron obstáculos insalvables para el desarrollo. Una de ellas se refiere al Estado. Por citar algunos ejemplos, se puso fin a los planilleros, a los “cupos” de los políticos para poner en las reparticiones públicas a su parentela, amigos y amantes, a los dobles y triples aguinaldos, a los aumentos salariales sin fuentes de financiación. Las empresas estatales dejaron de ser “la caja” particular de sus directivos, que antes metían la mano en ella para beneficio propio y para “la corona”. En Itaipú se cortó el festival que se hacía con el dinero de los paraguayos. Se acabaron las tremendas sobrefacturaciones y el reparto de contratos públicos millonarios a “los amigos”, etcétera, etcétera.

Todo esto se tradujo en la disponibilidad de recursos, de los que antes se apropiaban unos cuantos sinvergüenzas, para fines desarrollistas y programas sociales, que, sumados a una política razonable de tomar créditos internacionales y colocar bonos en el mercado financiero, permitió el despegue del país, con la realización de obras de infraestructura sin precedentes en nuestra historia, la construcción de 30.000 viviendas sociales, el impulso a la pequeña producción, una exitosa política de bacas para nuestros jóvenes estudiantes y profesionales, entre otras.

Pero lógicamente, la “transparencia” y modernización estatal del “nuevo rumbo”, el fin del clientelismo y la prebenda, a muchos le sentó muy mal, como también el IVA a los bancos y a las cooperativas o el control más riguroso de Hacienda para reducir la evasión, aumentar las recaudaciones en concepto de impuesto a la renta, entre otras medidas.

Y aquí comenzaron los problemas. El gobierno no supo o no pudo comunicar a la sociedad sobre todo lo que estaba en marcha, como tampoco supo o pudo hallar la fórmula para tener una relación adecuada con el partido colorado y afianzar en él su liderazgo político.

Conclusión: los grandes grupos económicos que perdieron tantos privilegios a partir del 2013 y la dirigencia política que añoraba el “modelo” que antes les permitía rapiñar a diestra y siniestra, fueron reagrupándose, hasta celebrar una poderosa concertación encabezada por Zuccolillo y Vierci, que concentran los principales medios de comunicación, e integrada por la disidencia de la ANR (Mario Abdo Benítez) y el oficialismo liberal (Efraín Alegre), cuya misión fundamental fue bombardear salvajemente todos los actos del Ejecutivo y potenciar el proyecto de hacer girar nuevamente hacia atrás la rueda de la historia.

Estos son los representantes del “viejo rumbo”, que el domingo último se alzó con el triunfo sobre Santiago Peña, el mejor candidato que tuvo el coloradismo en décadas. Son los restauradores del viejo sistema corrupto que, del dictador Stroessner en adelante, hundió a nuestro país en el atraso, la miseria y la ignorancia.

Si lograrán o no su objetivo, si lo hacen total o parcialmente, aún no lo sabemos. Eso dependerá de muchos factores, aunque el fundamental, sin la menor duda, es que el Movimiento Honor Colorado y su líder Horacio Cartes, desde el Congreso, las gobernaciones y el partido, se constituya en una sólida muralla para resistir todo intento de retorno al pasado, que tanto daño le hizo al Paraguay y a su pueblo.

Los procesos políticos no son lineales, conocen de avances y de retrocesos. Los cambios que están en marcha en nuestro país, ahora en entredicho a la luz de estas elecciones en la ANR, en un futuro próximo bien pueden ser relanzados. La única condición es que sus promotores así se lo propongan.

HC tiene la palabra.

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …