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ASUNCIÓN.- El diario Última Hora gastó gran parte de su tiempo ayer en criticar la ortografía y caligrafía del presidente Horacio Cartes, quien, de manera informal, escribió un cartel que luego se colgó en el “árbol de los sueños” de la Escuela San Francisco. Lo grave es que el matutino cometió un error ortográfico en el mismo material, aplazándose al aplazar al jefe de Estado. Luego de ser objeto de burlas, los periodistas corrigieron el error.
El matutino de Antonio J. Vierci se mostró muy duro con el jefe de Estado, a quien calificó hasta como “víctima de la falta de calidad del sistema educativo en Paraguay” y criticó duramente su ortografía y caligrafía (como si los médicos escribieran con letras de molde).
Lo que olvidó el cuerpo de periodistas responsables de la edición es que cuando uno hace una crítica debe tener mucho cuidado de no cometer los mismos errores que cuestiona, porque, entonces, dicha crítica se convierte en objeto de burla y pierde totalmente el sentido.
Tal es así que en un párrafo del material que les habrá sacado sudor y sangre, y que lleva el título de “Cartes se aplaza en ortografía en primer día de clases”, en el segundo párrafo dice que “cada hoja fue escrita a puño y letra por alumnos…”, cuando que la frase correcta es “de puño y letra”, lo que finalmente corrigieron cuando escucharon la forma como se burlaban del texto en Radio 1000.
Si tenemos en cuenta que Cartes no es profesor de Castellano ni su trabajo tiene que ver con la redacción y ortografía, podríamos decir que su error es mucho más inofensivo que el cometido por todo un cuerpo de profesionales del diario que presume ser uno de los más importantes del país, que lo único que tienen que saber es escribir bien y sin errores ortográficos. Sin embargo, la frase asesina del idioma de Cervantes pasó por el periodista y, aproximadamente, 6 personas más, que deben controlar la redacción y la ortografía, y, así y todo, salió pomposamente publicada en la versión digital de UH.
Podríamos decir que al criticar la ortografía y caligrafía del jefe de Estado, UH asumió el papel del muerto que se asusta del degollado.
