El cierre de rutas se va haciendo intolerable y tendrá que ocurrir una desgracia para que las autoridades tomen en serio el asunto y procedan a impedir, por las vías que fueren, esta práctica que -se ha dicho mil veces- es brutalmente atentatoria de derechos ciudadanos expresamente consagrados en la Constitución Nacional. Es una especie de detención, de perdida de libertad, de ser tomado de rehén para hacer algo que está en contra de la voluntad de uno.
Es como si te apresaran, es la sensación que uno siente al quedar atrapado en esas inmensas colas por delante y por detrás, que no hay manera de zafar del asunto, ni por la banquina ni por los caminos secundarios, que siempre estudian bien el punto para que los conductores queden “atrapados sin salida”.
Lo que pasó el 25A en CDE es inadmisible. Cortaron la ruta en el kilómetro 10 …¡por más de 12 horas! Una barbaridad y durante todo ese tiempo uno tuvo que estar metido en su vehículo con sus hijos, con su señora, con todos sus asuntos pendientes, con hambre, ganas de ir al baño y una rabia irrefrenable –ganas de matar a alguien, dijo un amigo- por la forma en que nadie hace nada por imponer la ley y el orden en este país.
¡12 horas detenidos! Así nomás fue. Y muchos querían seguir cortando la ruta por más tiempo. Se cansaron, cayó la noche, terminó la espectacularidad de los acontecimientos y las transmisiones en vivo y entonces poco a poco, como quien no quiere la cosa, fueron disolviendo los piquetes.
Pero la semilla de “Payo”, el energúmeno de los gestos violentos, está prendiendo rápidamente y los “payitos”, como sentenció Riera, no tardarán en aparecer por todas partes. Los “antisistema” y entonces sí que las cosas se pondrán verdaderamente difíciles en este país, sobre todo para la gente que trabaja y gracias a ello vive bien, educa a su familia y va saliendo adelante Todos saldrán perjudicados. Tirios y Troyanos. No se salvará nadie y luego habrá que reconstruirlo todo con lo que poco que quede en pie.
Así no se hacen las cosas, al “estilo Payo”, se debe negociar, dialogar, denunciar, presionar por las buenas e ir por más. Pero a los golpes, amenazando con pelotón de fusilamiento y arrojando objetos y cintareando a todo el mundo, ¡estamos todos locos en este país!
Ningún problema si la gente está de acuerdo con el proceder del “nuevo líder”. Que lo sigan. Están en su derecho. Pero, ¿por qué a costa de los derechos de los demás? ¿Acaso no se imaginan que dentro de esos colectivos varados en las rutas, en los camiones, en los autos, puede haber gente que no está de acuerdo con su protesta? Entonces, ¿cómo es que se los hace participar a la fuerza? ¿Que actitud democrática es esa?
No instamos a la violencia, pero estamos alertando que las cosas se están saliendo de cauce con esta manera de hacer las cosas. El corte de rutas ya es una desgracia nacional.
Las autoridades deben dar un giro radical a la forma como están encarando este problema. Las vías de circulación deben estar despejadas a como dé lugar. Se debe pensar en que vendrán las críticas, posiblemente correrá sangre, etc, pero no hay otra manera de hacer las cosas, cuando la gota rebasó el vaso.
Lo único que falta en este momento es que un conductor “trancado” y exasperado en esos inmensos embotellamientos, baje de su vehículo con un arma en mano y empiece a matar gente.
¡Allí, sí que vamos a ser noticia!