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¿Y ahora qué?

La izquierda ya tiene a su candidato a presidente de la República. Ayer, los delegados de todos los movimientos y partidos que participan del Ñembogueta decidieron, por mayoría, que querían apostar por Esperanza Martínez, mucho más moderada que el iracundo Sixto Pereira.

Lo que falta saber es qué pasará ahora. Algunos voceros de los grupos involucrados en la izquierda dicen que lo que pretenden es que se repita la fórmula del 2008, con un representante de su sector encabezando la chapa y acompañado por un liberal, convencidos de que de esa manera también se repetirán los resultados. Esto parece bastante complicado por varios motivos. En primer lugar, Martínez no tiene el liderazgo y el arrastre que en ese momento tenía Fernando Lugo, quien logró aglutinar a sectores, incluso, de derecha en torno a su figura.

Además, los otros partidos que integran la mesa de la oposición también tienen candidaturas que consideran importantes y no parecen muy dispuestos a ceder el espacio sin, por lo menos, dar pelea. A todo esto se suma la figura de Euclides Acevedo, quien no muestra ahora el apoyo de ningún sector específico pero que ya cuenta con el beneplácito del mismo Lugo y del liberal Blas Llano.

Si la izquierda persiste en su posición, probablemente lo hará sin el apoyo del ex obispo, quien ya reconoció que su preferencia se encuentra fuera del Frente Guasu.

Esto también complica a la concertación, ya que si el conglomerado de la izquierda no se suma a los demás partidos, ello implicará que la oposición tendrá dos candidaturas, lo cual está harto demostrado que es la fórmula perfecta para el fracaso.

Lo único que podría dar alguna chance de triunfo es que la concertación abarque a toda la oposición, sin excepciones, y que la chapa presidencial surja de algún sistema que no ponga ninguna duda sobre el resultado y logre el apoyo de todos para los candidatos de la oposición. Cualquier invento diferente volverá a dejarlos en ridículo.

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