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Zuccolillo, por fin, salió del “closet”

Lo veníamos advirtiendo. La campaña del grupo ABC color, montada sobre “fonopinchazos”  ilegales y “cruces de llamadas” del mismo tipo, nunca tuvo otra finalidad  más que provocarle el mayor daño posible al oficialismo en las pasadas internas del 17 de diciembre y, a partir de entonces, al Partido Colorado en su conjunto, como lo hizo explícito en su editorial de la víspera, al llamar abiertamente a no votar por sus candidatos en las elecciones generales de abril próximo.

El proclamadado combate a la corrupción y a la impunidad, que mal podría librarse con “métodos” provenientes del arsenal del stronismo, resultó pues un vulgar “engaña-bobos”, lo que se evidenció muy pronto por el carácter selectivo de sus ataques, centrado exclusivamente en sus enemigos políticos y muy benevolente o directamente amnésico con respecto a sus amigos.

Según el diario de Aldo Zuccolillo (88), los anuncios de Mario Abdo Benítez de que combatirá la corrupción son puro “versos”, que es demasiado fácil percibir que “ni él ni ningún otro dirigente colorado van a combatir la inmoralidad”. Y presenta como “pruebas” el hecho de que no se sacó de la lista de candidatos al exsenador Óscar González Daher y que los diputados cartistas no acompañaron el juicio político al fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, para así llegar a la conclusión de que “a los ciudadanos y a las ciudadanas no les queda más que una alternativa: no votar por ellos”.

Delirante. No hay otra definición posible. Para cualquier ser pensante, los motivos que ABC aduce tendrían que arrojar como resultado exactamente lo opuesto, ya que sin los votos del “maritismo” hubiera sido imposible la destitución de González Daher como senador, de muy dudosa legalidad por cierto, y sus diputados acompañaron el proyecto de poner en marcha el mecanismo para enjuiciar al titular del Ministerio Público.

Más delirante aún es lo que “Acero” pretende que hiciera Abdo Benítez: romper lanzas con el cartismo, “como única vía de ser creíble ante los electores”.  Pero lo que “el patrón de los pinchazos” prefiere no entender, o se hace el burro,  es que los colorados no fueron a comicios internos para después de realizados dividir a su partido, sino para que se mantenga unido en base a que todos sus miembros acaten el veredicto de las urnas. Es lo que manda la democracia, a la cual él no tiene el menor apego. Pero algo más; “Marito” tendrá muchos aspectos cuestionables, como lo señalamos en numerosas ocasiones y lo sostenemos, pero entre ellos no figura la propensión al suicidio político, que es lo que le ocurriría si fuera a las elecciones de abril con el coloradismo dividido.

Ahora bien, supongamos por algunos segundos que Zuccolillo en realidad tuvo un destello de “genialidad” y todos los dirigentes colorados son una mugre. En ese caso, ¿cuál es la alternativa “limpia”, “transparente” y “honesta”? ¿La que encabeza Efraín Alegre, que es el único que tendría alguna chance frente a Abdo Benítez? ¿Las listas integradas por Luis Alberto Wagner, Robert Acevedo y Carlos Portillo? ¿O acaso se refiere a los referentes que tiene de aliados, como Fernando Lugo y Rafael Filizzola, entre tantos otros?

El propietario de ABC actúa en este tema del mismo modo que lo hace en lo relativo a la corrupción. Puro “verso”, pues si fuera coherente con lo que dice en el caso de la ANR, llamaría a votar nulo o a no votar, pero ni en su peor borrachera plantearía que Efraín es el llamado a “reconstruir el tejido moral de la nación”, lo cual solo produce risas.

Semejante disparate tiene una explicación y se llama fobia a los colorados. En el primer tramo de este gobierno, el oficialismo se equivocó al pretender granjearse la simpatía del “Dire”, como despues se eqiuvocó la disidencia, al creerse el cuento de que le seguiría apoyando si ganaba las internas.

Suponemos  que a esta altura de los acontecimientos, la postura de Zuccolillo ya no deja a nadie la menor duda. Mandó al diablo todas las formas y dijo lo que realmente quiere: que la ANR se vaya nuevamente a la cuneta.

Pero hay algo rescatable en todo esto: Por fin salió del “closet” y asume su verdadera condición política.

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