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ASUNCIÓN. En los últimos días ha quedado en evidencia que quienes están en la primera fila en esta guerra contra el coronavirus, médicos y enfermeras, no solamente enfrentan el cansancio ante los cientos de casos que deben atender, sino que se exponen permanentemente al contagio por falta de insumos que puedan resguardarlos y evitar que sean víctimas de contagio.

Es positivo que el gobierno endurezca la postura ante ciudadanos que siguen sin tomar en serio la cuarentena, poniendo en riesgo a todos. Pero mientras no se tome en serio las necesidades perentorias que existen en hospitales y otros centros de salud, terminaremos perdiendo la guerra, de acuerdo a la visión de analistas políticos que manifestaron su preocupación por la falta de acciones que provean los insumos necesarios para que el Sistema de Salud tenga las armas suficientes en esta, hasta ahora, desigual lucha.

Lo que sí destacan es la solidaridad de la ciudadanía, que a través de las redes sociales se convoca para fabricar tapabocas y hasta respiradores manuales, en un intento de suplir las carencias. Pero es la administración pública la que debe encontrar los recursos para dotar al sistema sanitario de las armas que necesita.

Dicen también que es absurda la excusa de algunos voceros del gobierno que aseguran que de nada sirve conseguir más camas para Terapia Intensiva si no se tienen más terapistas que puedan manejarlas, ya que un respirador puede ser controlado por un técnico, sin que para ello tenga que ser terapista.

Las graves carencias del sector sanitario del país se sienten cada vez con mayor fuerza, y el temor es que el virus siga propagándose y aumente el número de contagiados, porque el sistema de nuestra salud pública colapsará rápidamente.