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ASUNCIÓN.- El joven Ángel Ramón Domínguez, protagonista del principal milagro atribuido a la primera beata paraguaya, participó emocionado con su familia de la misa de beatificación de Chiquitunga. “Yo le debo la vida, ella es como una madre, a quien siempre le rezo y pido por la salud de todos”, expresó.
El silencio que imperaba en el estadio del club Cerro Porteño, a donde asistieron más 45.000 paraguayos, se rompió en cuanto el cardenal Ángelo Amato concluyó sus palabras y se destapó el retablo, con rosarios en tonos ocre, ante los aplausos de los asistentes y la mirada emotiva de los familiares de Chiquitunga.
Ángel y su abuela Beatriz Peralta viven en el barrio Santa Ana del distrito de San Pedro del Ycuamandyyú, departamento de San Pedro.
“No sé cómo explicar, me siento emocionado. Yo le debo la vida, ella es como una madre, a quien siempre le rezo y pido por la salud de todos”, señaló al final de la celebración.
“Me emociona mucho todo esto, ya lloré mucho. Para nosotros como familia la beata Chiquitunga es todo, vamos a seguir encomendándonos a ella. Siempre le pedimos salud y que Juan Ángel estudie y sea alguien en la vida”, declaró Beatriz.
La vida de Ángel es considerada una gracia de María Felicia de Jesús Sacramentado, debido a que el joven nació sin signos vitales y fue dado por muerto por los médicos. Sin embargo, la licenciada Blanca Duarte, enfermera del hospital que asistió el parto, pidió la intercesión de Chiquitunga y luego de 30 minutos de su nacimiento, empezó a mostrar signos de vida.
