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Después de varios períodos, el bipartidismo ha hecho su reaparición con contundencia en esta etapa preelectoral, camino a los comicios generales de abril próximo. Aunque el PLRA se presenta a la contienda en una alianza con sectores más pequeños de la oposición, es obvio que las reglas de juego las ha fijado el principal partido de la oposición, que competirá con los candidatos colorados.
ASUNCIÓN.- El 22 de abril competirán 2 chapas presidenciales, una colorada y la otra liberal (aunque con un relleno luguista), en busca del poder de la República. Mario Abdo Benítez-Hugo Velázquez por un lado, y Efraín Alegre-Leo Rubín por el otro, se jugarán el todo por el todo para quedarse con la Presidencia de la República.
Desde que, en el 2008, apareció el tercer espacio con el Frente Guasu, que logró quedarse con la Presidencia, aunque con una alianza total de la oposición y el apoyo de un sector colorado, el eterno bipartidismo de la ANR y el PLRA pareció haber cedido una parte –importante- de la torta. Aunque en el 2013 los colorados volvieron al poder, quedó palpable ese tercer espacio que ganó escaños en el Parlamento y ocupó espacios en la visión de la opinión pública, constituyéndose en una fuerza de desequilibrio para cualquiera de los 2 partidos tradicionales.
Pero, así como no satisfizo ese tercer espacio en el poder, su política pendular de este período, un día con unos, otro día con los otros, generó molestia en la población, que parece dispuesta a tolerar desaciertos de los colorados y liberales, pero no tiene ganas de hacerlo con gente que se ha presentado, históricamente, como una alternativa diferente.
En las elecciones de abril competirá una cantidad impresionante de candidaturas pluripersonales, pero solamente 2 chapas presidenciales. De hecho, muchas de esas candidaturas son meramente testimoniales y solo servirán para beneficiar a los partidos tradicionales, que hoy más que nunca muestran que el bipartidismo sigue formando parte de la política nacional.
Y esto se nota más aún con los sondeos de opinión que demuestran que en las cámaras del Congreso y en las juntas departamentales, el poder se dividirá entre colorados y liberales, con algún que otro tercer frente pero pequeño y casi sin incidencia alguna. Lo repetimos, el bipartidismo ha vuelto, y con contundencia.
