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Cada vez más lejos de Waldino

Por: Marilut Lluis O’Hara
Por: Marilut Lluis O’Hara

Quizá muchos de ustedes no me crean pero hubo una época, hace menos de 30 años, que teníamos un Parlamento compuesto por hombres honestos, con trayectoria limpia y que no solamente se habían enfrentado a la dictadura con valentía sino que, ya en plena transición, supieron resistirse a las tentaciones de pasar del ostracismo a un mundo de primera, con fueros y privilegios que los ponían por encima del común de la gente.

Ese fue su principal mérito. Hasta el final mantuvieron la coherencia. Jamás se aprovecharon de sus privilegios para eludir alguna responsabilidad. Por supuesto, eran tan honestos que jamás la Justicia necesitó solicitar el desafuero de alguno de ellos. Eran próceres, patriotas, paraguayos con un intenso amor a su país y su compatriotas, que incursionaron en la política y llegaron a las cámaras del Congreso convencidos de que podían hacer la diferencia para los habitantes de este país.

La representación de todos ellos para mí siempre fue Waldino Ramón Lovera, un colorado de alma, involucrado profundamente con su partido y su ideología. Quizá no fue el mejor de todos ellos pero sí el más visible, el que posicionó en el ambiente la visión de que política y ética no tenían por qué ser términos contrapuestos.

Además, llegó a ser presidente del Senado y del Congreso y fue bajo su mando que se convocó a la Convención Nacional Constituyente que redactó y sancionó la Constitución vigente. No era fácil de tratar, el convencimiento que tenía de sus ideales era tan profundo que no tenía ningún reparo en enfrentarse a quien fuere, hasta al propio presidente de entonces, Andrés Rodríguez. Y así mismo, no tuvo problema en renunciar a su cargo de presidente del Legislativo cuando el Ejecutivo intentó tener injerencia.

Cuando pienso que el cargo que ocupó Waldino será ahora de Robert Acevedo entiendo por qué ha sido tan envilecida la política y se ha alejado tanto de la gente y sus necesidades. El liberal es el fiel reflejo de lo que es el Congreso actual, una cueva llena de delincuentes que se meten a la política y logran una banca en alguna de las cámaras para guarecerse en los fueros y escapar de la Justicia.

No hay en ninguna de las cámaras del Legislativo actual alguien que mínimamente se acerque a Waldino. Porque los que no tienen causas pendientes con la Justicia tienen actitudes complacientes y serviles que logran dar un blindaje a los que –si no fueran legisladores- estarían desde hace rato tras las rejas.

Lo peor es que como sociedad somos tan inútiles para transmitir a los más jóvenes las enseñanzas que hombres como Waldino dejaron, que hoy por hoy, puedo asegurar, son muy pocos los que han escuchado hablar alguna vez de él. Y así hemos ido involucionando, como si fuéramos cangrejos. Y hoy debemos conformarnos con Robert Acevedo y sus compinches, cuando ayer nomás teníamos a Waldino y sus compañeros.

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