Un manifestante enmascarado durante las protestas en Nicaragua.
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Daniel Ortega, un ex guerrillero que se enfrenta a una rebelión

Las protestas estudiantiles ocurridas en Nicaragua por una polémica reforma a la seguridad social, derogada el domingo, pusieron por primera vez en jaque al Gobierno sandinista de Daniel Ortega y la de su esposa, la vicepresidente Rosario Murillo, tras 11 años de relativa paz social. Su alianza “estratégica” con los grupos económicos parece romperse ante la violenta represión. Además, es la única ocasión en que escucha el grito de jóvenes que piden su renuncia. Las movilizaciones ya causaron unos 31 muertos y decenas de heridos.

MANAGUA, Nicaragua.- A sus 72 años, el ex guerrillero sandinista Ortega alcanzó la estabilidad tejiendo alianzas con grupos económicos poderosos, sus antiguos adversarios, las que se fracturaron a raíz de la sorpresiva acción policial contra los universitarios y la ruptura del dialogo con el sector privado.

Si bien las protesta se iniciaron en las universidades en Managua, se extendieron pronto a una decena de ciudades. Los manifestantes fueron atacados por grupos de choque del Gobierno y policías antimotines, lo que dejó diez muertos de acuerdo con datos oficiales y al menos 31 muertos, según organismos de derechos humanos.

Daniel Ortega, fue presidente por primera vez durante la revolución de la década de 1980, un convulso período que atrajo la simpatía de miles de personas en el mundo pero que estuvo marcado por una cruenta guerra entre los sandinistas y los “contras”, apoyados por Estados Unidos.

En 1990 pasó a la oposición, tras ser derrotado sorpresivamente en las urnas por una alianza de partidos de derecha y su candidata, Violeta Chamorro, viuda del periodista asesinado por la dictadura de Anastasio Somoza en enero de 1978, Pedro Joaquín Chamorro.

Después de 17 años y tres fracasos electorales, Ortega volvió al poder en 2007. Desde entonces se ha reelegido en dos ocasiones (2011 y 2016) tras eliminar un artículo constitucional que le impedía continuar al frente del Gobierno.

Acosado por sus detractores de reiteradas denuncias de fraude, el gobernante mantuvo el poder gracias al apoyo financiero venezolano y el capital privado local, con los que estableció una “alianza estratégica” a cambio de importantes exoneraciones fiscales y otros beneficios económicos.

Por primera vez en 11 años, Ortega escuchó el grito de jóvenes que pidieron su renuncia al cargo y la de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. “No tenemos miedo”, coreaban los manifestantes, cuya reacción sorprendió a la clase política, que cuestionaba su aparente apatía frente a la realidad.

Las redes sociales, a las que el Gobierno amenazó con controlar, desempeñaron un papel clave en la difusión y organización de las protestas, según analistas locales. Televisoras independientes censuradas por el Gobierno se mantuvieron en pie y salieron al aire por Internet.

Ortega y Murillo, acusaron a “grupos políticos” de estar detrás de una “conspiración” para desestabilizarlos. Y aunque finalmente el mandatario accedió a conversar con el sector privado y los obispos para revisar la situación del seguro social, evitó adelantar si invitará a otros sectores influyentes de la sociedad.

EL PRESIDENTE SIGUE BAJO PRESIÓN Y ANTE LA AMENAZA DE MÁS SAQUEOS

El presidente nicaragüense Daniel Ortega, continuaba bajo presión este lunes, pese a que revocó la reforma del sistema de pensiones que detonó una ola de violentas protestas, saqueos y choques con la policía que dejaron al menos 31 fallecidos.

Las manifestaciones iniciadas por estudiantes recibieron apoyo de pobladores de barrios que salieron a sonar cacerolas, obreros y jubilados disconformes con la corrupción que ven en el gobierno y el deterioro en sus condiciones de vida, reclamaron con barricadas de piedras y llantas incendiadas en las calles, mientras se saquearon comercios en varios puntos de la capital.

El gobierno recurrió a las fuerzas antimotines para controlar las protestas, y según los manifestantes, usaron armas de fuego en su contra. El sábado, un periodista fue asesinado de un tiro mientras cubría las protestas en la ciudad caribeña de Bluefields, Ángel Eduardo Gahona, era el corresponsal del estatal Canal 6 en Bluefields, aunque colegas afirman que trabajaba como freelance para empresas de televisión privadas.

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