Sérgio Moro, juez brasileño.
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Falta que se pongan los pantalones del juez Moro

ASUNCIÓN.- Hay pruebas contundentes de que Aldo Zuccolillo utilizó 2 empresas suyas, la entonces Financiera y ahora Banco Atlas e Inmobiliaria del Este para lavar dinero, producto del desfalco de Nicolás Leoz a la Conmebol. A pesar de haber transcurrido una semana desde que el actual presidente de la institución, Alejandro Domínguez, las presentó ante la opinión pública, ni la Fiscalía ni la Justicia han recogido el guante.

A menudo vemos en países vecinos, que tienen un nivel de corrupción similar al nuestro, que surgen jueces o fiscales con los pantalones bien puestos y que sin temor se enfrentan al poder y procesan a grandes personajes que terminan en la cárcel.

Hace poco, fue el juez brasileño Sérgio Moro quien pasó a integrar la galería de los valientes, procesando y condenando a poderosos del gobierno del vecino país, incluido el mismo Inácio Lula Da Silva, expresidente. Políticos y empresarios poderosos cayeron en sus manos y recibieron todo el peso de la ley, como corresponde.

Aquí, el miedo visceral que despierta el dueño del diario ABC hace que la Justicia y el Ministerio Público se vuelvan minusválidos, absolutamente incapaces de contar con alguien que pudiera enfrentar al poderoso empresario y cortarle las alas de una buena vez.

Domínguez mostró los resultados de una auditoría forense que demostró claramente el desfalco de unos 140 millones de dólares, que Leoz sacaba de la Conmebol y repartía en ambas empresas de Zuccolillo; en Atlas depositaba una parte, repartida en varias cuentas personales; y en a la inmobiliaria entregó unas 2.400 propiedades para ser loteadas.

No es extraño que Zuccolillo haya decidido mantener un contundente silencio ante estas acusaciones, y ordenar que su diario se dedique a desacreditar a Domínguez, quien lo mostró de cuerpo entero, como un personaje procaz e indecente, con una ambición desmedida y sin ningún apego a la legalidad.

Lo que resulta indignante es que ni la Fiscalía ni los organismos del Estado que debieron reaccionar con rapidez, hayan movido un solo dedo, como si estuvieran anestesiados y absolutamente imposibilitados de salir del letargo que les produjeron tantos años de sometimiento al poder de personajes de esta laya.

Por eso clamamos por un juez Moro que tome las riendas de la Justicia paraguaya y actúe con la suficiente contundencia y efectividad para que pudiera ser posible el viejo sueño de que nuestro país, por fin, se vea libre de lacras como AZ, Leoz y todos sus cómplices y encubridores.

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