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Inflexible, Kim Jong-un empuja a su país a una posible guerra.

WASHINGTON. Karen Pierce, embajadora británica ante las Naciones Unidas (ONU), fue clara en su diagnóstico: la crisis está al borde de salirse de curso. “No es demasiado tarde. Aún puede evitar que esta situación empeore”: Le hablaba a Corea del Norte, que volvió a ubicarse en el centro de la escena mundial por su amenaza nuclear. Inflexible, Kim Jong-un empuja a su país a una situación extrema y una posible guerra.

Las palabras de la diplomática resonaron en la cumbre ayer miércoles en el Consejo de Seguridad y constituyeron un límite a los peligrosos ensayos que realizó el régimen de Kim Jong-un en las últimas semanas.

A la advertencia se sumó Francia. Su representante, Nicolas de Riviere, desechó las excusas de Pyongyang y sus aliados rusos y chinos. “De ninguna manera se justifica levantar las sanciones o usar una mano más ligera”, dijo el enviado de Emmanuel Macron dada la posición actual a la que condujo el país asiático en la reunión en Nueva York.

Las principales potencias europeas ven con gran preocupación el aumento de las provocaciones por parte del “líder supremo” norcoreano que se muestra inflexible ante la comunidad internacional. No sólo eso, el joven heredero dobla la apuesta y promete un “regalo de Navidad” para fin de año si las amonestaciones a la que fue sometido por sus violaciones a las resoluciones de la ONU no son levantadas. Un ultimátum que nadie tolerará. El organismo internacional sancionó a la dictadura en diciembre de 2017 -por tercera vez aquel año- luego de que continuara adelante con su programa nuclear.

El delicado panorama se agravó aún más el sábado último cuando cuando el régimen anunció que había ejecutado una “prueba importante” en la base de lanzamiento de satélites de Sohae. Diversos analistas internacionales informaron que en verdad se habría testeado un nuevo motor de misiles balísticos intercontinentales (ICBM), lo que implicaría un vuelco total por la gravedad del hecho. Pero la escalada parece no haber terminado ni empezado allí. Tres días antes había lanzado dos de corto alcance. El dictador prometió más muestras en el futuro cercano.

Los lanzamientos se reanudaron luego de que el dictador pateara el tablero de negociaciones y acercamiento con los Estados Unidos de manera unilateral. Súbitamente, colocó sobre la mesa el tema de las sanciones que exigió que se levantaran como condición a su posterior desarme. El ahogo económico y financiero en el que se halla su gobierno es absoluto. Es por eso que intenta desesperado la única carta que cree que podría funcionar: la presión armamentística. El 29 de noviembre pasado, el patrón que conduce Corea del Norte con mano de hierro dijo sentir una “gran satisfacción” con las pruebas de un lanzacohetes múltiple de gran calibre.

Las penalidades económicas impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU -votadas por sus quince miembros- tienen como objetivo obligar a las autoridades de Pyongyang a detener su plan así como también la construcción de cohetes de largo alcance. De acuerdo al texto aprobado en diciembre de 2017, las exportaciones de petróleo a dicho país seguirán limitadas. Los estados miembros de las Naciones Unidas tampoco podrán comprar los productos Made in NK y tendrán que expulsar a los trabajadores norcoreanos que giren divisas, una de las últimas fuentes de subsistencia del régimen. (Con información de Infobae)

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