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ASUNCIÓN.- (Por José María Troche). Hay una organización deportiva internacional, reconocida por la FIFA, muy conocida por sus siglas IFFHS (Instituto de Historia, Investigación y Estadísticas del Fútbol) fundada el 27 de marzo de 1984 en Leipzig (Alemania) y del cual este escriba fue alguna vez corresponsal y representante para el cono sur sudamericano, que nos sorprende con frecuentes datos estadísticos.
Uno de los más ponderados es uno reciente, del año pasado, que tras investigar los campeonatos de todas las asociaciones nacionales que componen la FIFA, coligió que el torneo de la APF es el noveno más competitivo del mundo. Tamaña afirmación nos tomó por sorpresa pues todos creemos, aún hoy, que nuestros torneos más que competitivos son irregulares.
La tabla publicada por dicha institución señalaba, además, que Paraguay formaba parte del “top ten” de los campeonatos más atractivos del mundo. Y publicaba la tabla de los 10 primeros (Ver el recuadro adjunto).
PERSPECTIVAS
Esta aseveración despertó, a comienzos de este año, los más diferentes comentarios en el seno del fútbol para entender si esto obedecía a la competitividad de los equipos o a la irregularidad de rendimiento de la mayoría de los equipos participantes, por un lado. Por otro: el torneo paraguayo es el que cuenta con la mayor cantidad de participantes que deben enfrentarse cuatro veces al año para determinar dos campeones.
Otra perspectiva que se ha considerado es que las temporadas de los demás países auditados sobre todo los que ocupan los primeros 50 lugares cuentan con un Torneo de Liga (el principal), otro de Copa o Nacional, y en algunos casos otras competencias secundarias, dentro del mismo desarrollo.
Sea como fuere, valioso honor es el que nos hacen al ubicarnos en sitio tan privilegiado. Pero no son los observadores quienes deben descubrir si nuestro torneo es competitivo o no, sino nosotros mismos demostrar que lo son.
IRREGULARIDAD
Los equipos paraguayos deben ser los más irregulares del mundo. En los dos torneos pasados ha habido rachas impresionantes como las de General Díaz, Sportivo Luqueño, Capiatá, Sol de América, Olimpia y Guaraní que prácticamente se adueñaron de ciertos momentos del año y aparecían como números puestos a terminar campeones.
Libertad lo logró en el primer torneo con una arrasadora campaña. Cerro Porteño que arrancó desde la última posición en el segundo, con 13 partidos sin perder fue el campeón. Pero, ¿por qué lo fue? ¿Por qué hubo enorme competitividad entre los participantes? O porque esas rachas fueron productos de algunos aciertos y muchos errores de los demás.
Cierto, la competitividad se demostraría por el vaivén de quienes lideran las posiciones, por la no repetición aburrida de campeones como en España, Italia, Alemania o en Francia, pero el nivel competitivo de nuestros torneos no trasciende en el campo internacional, de donde los paraguayos tendemos a decir que el que sale campeón no es por ser mejor, sino porque es menos peor…
Y allí está la prueba, una vez más: ninguno de los 10 equipos que ya jugaron dos fechas lograron dos victorias consecutivas. ¿Por la enorme competitividad? O ¿por la habitual irregularidad que nos caracteriza desde hace años? Esa es la cuestión.
