El mandatario brasileño Jair Bolsonaro, en la asunción del comandante del Ejército, general Edson Leal Pujol.
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Jair Bolsonaro colocó su sello en su primera semana en el poder en Brasil

El nuevo presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, comenzó su mandato tomando controvertidas medidas sociales en concordancia con su prometido giro conservador, pero resultó ser menos ambicioso de lo esperado en cuanto a reformas económicas. En su discurso de investidura había prometido restablecer el orden y liberar a su país del “socialismo”.

BRASILIA.- Determinado a romper con décadas de políticas de centroizquierda en Brasil y sumarse a la ola antiglobalizadora que se expande por el planeta, el exmilitar de 63 años inició su mandato el pasado martes, decretando el traspaso al Ministerio de Agricultura de la demarcación de las tierras indígenas.

Una forma, según sus detractores, de entregar los territorios ancestrales de los indígenas al apetito voraz del agro negocio, cuya influyente bancada parlamentaria está detrás del nombramiento de su jefa, Tereza Cristina, como ministra de Agricultura.

Bolsonaro, que en su discurso de investidura prometió “restablecer el orden” y “liberar a Brasil del socialismo”, emprendió también una “limpieza” ideológica de simpatizantes de izquierda en el seno de la administración.

Además, ordenó que las ONGs pasen a estar supervisadas por el gobierno y determinó la exclusión de la población LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) de los beneficios de políticas destinadas a la promoción de derechos humanos del recién creado Ministerio de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos.

La polémica encendida por la ministra de esta cartera, Damares Alves, al aparecer festejando en un video el inicio de una “nueva era” en Brasil, en la que “niño viste de azul y niña de rosa”, dice mucho del giro conservador recién iniciado en el país.

En política exterior, el mandatario selló una estrecha alianza con Estados Unidos, para combatir (entre otras cosas) las “dictaduras” de Venezuela y Cuba, y dijo que estaba abierto a discutir en un futuro la instalación de una base militar estadounidense, mencionando las preocupantes relaciones entre su vecina Venezuela y Rusia.

También ratificó su intención de transferir la embajada brasileña en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.

Su ministro de Economía, el ultra liberal Paulo Guedes, dijo que la prioridad número uno del gobierno es abordar el insostenible sistema de pensiones. Los mercados aplaudieron estos primeros pasos: la bolsa de San Pablo se disparó hasta un nivel récord y el real se valorizó frente al dólar.

Pero el jueves y el viernes, Bolsonaro sembró cierta confusión en sus intervenciones en la prensa. Primero, habló de poner una edad mínima de jubilación muy por debajo de lo que está estudiando su equipo económico, minando la esperanza de que aborde con firmeza la reforma del sistema de pensiones, que hoy por hoy consumen un tercio del gasto público. Luego expresó cautela al responder si apoyará una alianza valorada en miles de millones de dólares entre el fabricante brasileño de aviones Embraer y el gigante estadounidense Boeing, lo que provocó que las acciones de la empresa brasileña se hundieran y se cuestionara su retórica de campaña a favor del libre mercado.

EL PRESIDENTE TAMBIÉN ANUNCIÓ UN AUMENTO EN LOS IMPUESTOS

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, también anunció un aumento de impuestos, contrariando una promesa de su campaña electoral. Pero su jefe de gabinete, Onyx Lorenzoni, dijo que el presidente se había “equivocado”.

Los otros temas, sin embargo, no fueron explicados completamente por los asesores del mandatario, dejando la impresión de que hay una brecha entre las ambiciones del jefe de Estado y el equipo económico al que encargó la tarea de rescatar la economía de Brasil.

La impresión que dejó la primera semana de Bolsonaro, es que hubo muchos gestos hacia su base de votantes conservadores, formada por evangélicos y grupos a favor de las armas y favor de la apertura de la economía, pero poco contenido estratégico.

“Parece que el gobierno haya sido tomado por personas que no tienen idea de cuáles son los problemas más serios de Brasil, que están poniendo el foco en cosas que no tienen importancia en la mayoría de los casos. Cuando ponen el foco en las cuestiones que sí tienen importancia, tienen respuestas muy simplificadas”, explicó María Herminia Tavares de Almeida, politóloga de la Universidad de San Pablo.

En términos de perspectiva para la mayor economía de América Latina bajo el gobierno de Bolsonaro, “por ahora estamos en la fase luna de miel”, explicó André César, de la consultora Hold. “El mercado a veces es bipolar: la euforia de hoy puede convertirse en depresión mañana”, agregó.

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