ADN Digital
Artículos relacionados
Primero fueron los electores que lo ven como futuro presidente de la República, quienes pidieron a Fernando Lugo que apoye la reelección vía enmienda. Ahora son sus mismos compañeros de bancada del Senado los que le dicen que ya es tiempo de asumir una postura contundente. Su problema, parece ser, que en lugar de actuar como líder, se siente un mesías al que todos deben seguir sin chistar.
ASUNCIÓN.- El exobispo Fernando Lugo está demostrando ser un desfachatado y aprovechador, que se niega a asumir un compromiso público con una idea que, finalmente, terminará por beneficiarle. A lo mejor su intención es mantener algún tipo de coherencia ante la opinión pública, insistiendo en su rechazo a la enmienda “por inconstitucional”, pero lo que realmente está consiguiendo es generar mucha confusión en sus seguidores, quienes ven que los dirigentes del Frente Guasu apoyan el proyecto, pero su líder lo rechaza.
Lo que parece es que, en realidad, Lugo no es un líder, puesto que de serlo, trabajaría en equipo, escucharía a su gente y aceptaría hacer lo que la mayoría decida. Pero él no; él no escucha a nadie, toma sus decisiones en solitario y pretende que los demás lo sigan sin hacer cuestionamientos. Más que líder, parece que no olvida su paso por la Iglesia y se ve a sí mismo como un mesías. Deja que los demás hablen, pero hace lo que le venga en gana.
Hace tiempo que electores del interior, que lo ven como la única opción para ganar a los colorados el año próximo, se revuelven inquietos, no solo porque sigue sin tratarse el proyecto de enmienda, sino por la misma indefinición de Lugo sobre el tema. Cuesta mucho hacer campaña en favor de un candidato que sigue sin estar habilitado y más aún cuando él mismo dice rechazar la posibilidad de estarlo.
Ahora es su equipo más cercano, su primer anillo –que ha confirmado que apoyará el proyecto- el que pretende hacerle entrar en razón. Le han pedido que cambie de postura y anuncie públicamente que él también votará a favor de la enmienda. Saben que esto beneficiará grandemente a la campaña emprendida por colorados, luguistas y llanistas.
Pero su respuesta fue que “lo va a pensar”. Parece no darse cuenta de que esta indefinición podría llegar a tener para él un alto costo político, porque la gente que lo sigue viendo como un buen candidato, no dará su apoyo a alguien que es incapaz de escuchar los reclamos de su electorado.
