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Mercosur debe ocuparse de la seguridad en la región

Por: Telmo T. Ibáñez Jara (telmoijara@gmail.com)
Por: Telmo T. Ibáñez Jara ([email protected])

La violencia que se registra en el país en los últimos años es comparable con una epidemia, pero notablemente es casi 50 % inferior al de los primeros años de éste milenio. La zona que ha crecido su porcentaje de homicidios intencionales es la norteña entre los departamentos de Amambay, Canindeyú, San Pedro y Concepción.

Los narcotraficantes, el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y la casi desaparecida Agrupación Campesina Armada (ACA), con sus delitos asociados con el tráfico de drogas, asaltos, secuestros, extorsiones, chantajes y violentos homicidios convierten al norte del país en la peor del país para todo tipo de actividades.

En líneas generales  Paraguay continua entre los países menos violentos o al menos con la más baja cantidad de asesinatos a nivel mundial y regional comparativamente con cifras alarmantes como Honduras en Centroamérica, pero las cifras en el departamento del Amambay por la guerra entre los narcos de nuevo eleva las cifras en la zona norte.

Los atentados, los asesinatos a sangre fría, en el límite entre Paraguay-Brasil, en frontera seca, no es ninguna novedad por la facilidad de escapar principalmente con dirección al vecino país o ingresar al mismo para despistar a la Policía Nacional como a los investigadores. No se da el mismo fenómeno en otras regiones donde los controles pueden frenar a los delincuentes.

De acuerdo a los últimos datos estadísticos, el índice de homicidios en el Amambay, frontera con Brasil, y por donde discurre gran parte del narcotráfico de Suramérica, se situó en 67 casos por cada 100.000 habitantes, cifra cercana a la de Honduras, país con más crímenes de este tipo en todo el mundo.

La tasa es además muy superior a la de Paraguay en su conjunto, ubicada en los últimos años por debajo de 10 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que la coloca entre las cinco más bajas de la región.

En concreto, las cifras de Amambay se acercan a los 70 asesinatos por cada 100.000 habitantes registrados en Honduras, el país con la mayor tasa de homicidios del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Pero aún así, Paraguay se sitúa entre los cinco con menor índice de homicidios en América Latina, junto a Chile, Uruguay, Perú y Nicaragua, el promedio en América es de 15,2 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

A más de Amambay, se cataloga como zonas críticas a los departamentos de San Pedro, Alto Paraná, Concepción y Canindeyú por la presencia del crimen organizado, el narcotráfico y el EPP.

Es un secreto a voces que Paraguay, por la privilegiada situación geográfica, grandes reservas naturales, la facilidad que brinda el río Paraguay junto al río Paraná, el casi nulo control aéreo en el centro de los países como Bolivia, Brasil y Argentina, se ha convertido en el mayor productor de marihuana de la región y un importante corredor de cocaína.

A propósito no existe otra organización más violenta y vengativa como la de los narcotraficantes que no perdonan el más mínimo error o infidelidad, las faltas y aún las sospechas se pagan con la muerte, factor fundamental que convierte al Amambay y otros departamentos colindantes como los más sacudidos por los crímenes en la región.

Pareciera que la epidemia de violentos asesinatos va en aumento, probablemente por la inmediatez de la información y la competencia de los medios masivos de comunicación, los grupos virtuales y la facilidad de transmitir los sucesos. Pero esta premisa no es para tranquilizarnos, más bien para seguir combatiendo los delitos que al final nos pueden situar en zonas con riesgo y por ende repelar importantes inversiones.

Está demostrado que ni la milicia ha podido frenar la epidemia de los asesinatos, por ello es momento de plantear en serio a nuestros países vecinos la lucha contra los delitos que se han vuelto flagelos en la región, existen buenas relaciones con los brasileños con los ejercicios PAR-BRA, con intercambios incluso de sofisticados equipos como radares capaces de interceptar todo tipo de vuelos clandestinos.

También se debe insistir en los trabajos coordinados con las instituciones que velan por la seguridad a partir del Mercado Común del Sur (Mercosur) de modo a disminuir incluso los índices de violencia como asesinatos ligados al narcotráfico y otros flagelos como el contrabando con resultados menos traumáticos pero que golpea a la industria como la agro-ganadería.

El Mercosur tiene potestad de intervenir por medio de convenios internacionales a partir del capítulo que hace relación con la Seguridad Pública de sus países asociados, una de las estrategias más fáciles de implementar en nuestro país, considerado entre los de menor inversión en el ámbito de la seguridad nacional.

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