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ASUNCIÓN. En Paraguay y en líneas generales, el acatamiento a la cuarentena es bueno; sin embargo, nunca faltan los desubicados que siguen activamente realizando fiestas, pero son minoría. Hoy se dieron varios ejemplos, como los borrachos que agredieron a dos policías que intentaron dispersarlos, o los que cruzan a Foz de Yguazú para farrear o, incluso, los que van desde Asunción a Cascavel, pensando que el asueto de dos semanas se decidió para que la gente pudiera ir de vacaciones, y no como prevención para evitar la dispersión del coronavirus.
De todos modos, un rápido recorrido por el centro de Asunción da cuenta de que hay un importante número de ciudadanos que decidieron tomar en serio la advertencia del Ministerio de Salud Pública y respetar la cuarentena que fue declarada en todo el país.
Una actitud muy opuesta a esta es la que tienen ciudadanos brasileños y argentinos, que parecen ignorar el peligro de la pandemia y piensan que la joda continúa. En el caso de Brasil, la situación es aún mucho más complicada ya que es su mismo presidente, Jair Bolsonaro, el que ignoró los peligros de la propagación del virus y participó muy entusiasmado de un acto pro gobierno y en contra del Congreso y el Supremo Tribunal Federal, demostrando un alto nivel de irresponsabilidad.
Los argentinos, por su parte, parecen haber decidido que a ellos no les tocará, aunque ya hay 45 infectados y 2 fallecidos por culpa de la pandemia. Hoy, Palermo parecía que estuviera de fiesta, al igual que otros sitios de Buenos Aires, que estuvieron repletos de gente.
En toda esta historia y contra todo pronóstico, resulta más que evidente que la actuación, tanto del gobierno como de la ciudadanía, es mucho más madura y reflexiva que la de los vecinos.
