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ASUNCIÓN.- Los medios de ABC no solo no divulgaron la información del hecho, sino que directamente pasaron a denunciar como una acción del “cartismo”, asumiendo así la defensa de alguien que incurrió en lo mismo que le costó el cargo a José María Ibáñez y de quien está acusado de defraudar al Estado por más de 9 millones de dólares, “zafando” de la cárcel mediante chicanas judiciales. La libertad de “escrachar”, mal que les pese, no es un derecho reservado únicamente para luguistas y efrainistas.
Tanto estos medios como los ciudadanos que repiten su libreto reaccionan muy molestos porque se les critica la indignación selectiva y los escraches selectivos, pero es exactamente eso lo que está ocurriendo. Resulta que organizan movilizaciones en contra de legisladores o representantes del gobierno corruptos.
Cuando el objetivo del escrache son políticos colorados, la indignación es de la ciudadanía. Sin embargo, cuando se escracha a integrantes de su sector, por delitos muy similares a los que ellos atacaron, pretenden ridiculizar las movilizaciones con la historia de que son orquestadas desde el cartismo. Así que, les moleste o no, su indignación es absolutamente selectiva porque si el corrupto es de su propio chiquero, no merece ninguna manifestación en contra.
El caso específico es el del matrimonio Masi-Filizzola. Un sector ciudadano organizó una movilización en contra de los dueños del Partido Democrático Progresista, con motivos bien claros: la imputación de él por lesión de confianza por varios millones de guaraníes de cuando era ministro del Interior, y la actuación de ella, años atrás, cuando colocó varios planilleros en la Justicia Electoral. A la situación de Filizzola se suma el hecho de que el proceso lleva años sin avanzar porque se convirtió en un gran chicanero, impidiendo en todo momento que la causa avance.
Si Desirée y Rafa fueran colorados, serían los “indignados” los que protagonizarían el escrache. Pero como están en la vereda de enfrente, desde ABC y los medios satélites repiten como loros que solamente se está atacando a quienes son absolutamente impolutos y tienen una honestidad prístina.
Todo esto no es más que puro circo de los “indignados”. Pero no se saldrán con la suya porque el derecho a manifestación y a indignarse, inclusive, no es algo reservado a luguistas y efrainistas, sino garantizado para todos los ciudadanos paraguayos, sin importar el color del pañuelo que tengan en el cuello.
