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ASUNCIÓN.- Senadores de la izquierda denunciaron a la Corte Suprema de Justicia por haberse expedido demasiado rápido rechazando una acción de inconstitucionalidad presentada por el procesado exministro del Interior, Rafael Filizzola. Eduardo Petta, Carlos Amarilla, Miguel López Perito y Hugo Richer parecieran ser soldados obedientes, al servicio de la comandante Desirée Masi.
Un escándalo armaron los 5 senadores que denunciaron la prisa de la Corte. Por lo visto, para estos señores la Justicia pronta que tanto reclaman debe funcionar solamente si no perjudica a alguno de ellos.
Lo llamativo es que ninguno pertenece al Partido Democrático Progresista (PDP) de la colega Masi. Sin embargo, prestamente acudieron, cual chapulines colorados, a la defensa del consorte de la jefa y ahora casi pretenden mostrarle como un pobre perseguido político, víctima del sistema.
Filizzola no está procesado por ninguna causa política, sino por lesión de confianza, que en idioma sencillo significa que robó o no justificó el uso de una plata que estaba destinada a algo que no se hizo. Sus causas son 2, por la compra irregular de helicópteros para la Policía y por la desaparición de dinero que debía ser destinado a arreglar las comisarías del Área Metropolitana. No hay nada político allí.
En la última causa es en la que el marido de Masi presentó una acción de inconstitucionalidad pidiendo que se anule la imputación en su contra. Y lo gracioso es que, cuando denuncian que un día después la Corte rechazó la acción, asombrados por la rapidez, los senadores dicen que no se puede tener una causa en 2 instancias, un juzgado de Primera Instancia y la Corte, pero resulta que fue el mismo Filizzola el que recurrió a la Corte mientras su expediente estaba en el juzgado!
Otra cosa que cuestionan es que acudieron a un juez del Tribunal de Apelaciones para reemplazar al denunciado Sindulfo Blanco, quien está en pleno juicio político en el Senado y fue imputado por la Fiscalía por prevaricato.
Esto fue lo mejor que pudo hacer la Corte Suprema de Justicia. Blanco debería estar suspendido en sus funciones hasta tanto se defina su suerte tanto en el Senado como en la Justicia ordinaria. Constituye una caradurez inmensa que un tipo con tantas denuncias y acusaciones en su contra continúe fungiendo de ministro del máximo tribunal de la República, como si nada.
