ROMA.- Durante su homilía en la basílica romana de Santa Sabina, el papa Francisco alertó de los “demonios” de la apatía, la resignación y la desconfianza, instada a menudo por quienes se aprovechan del dolor y la incertidumbre, y subrayó, “cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente”.
El pontífice, parafraseando a santa Teresa de Calcuta, dijo que “el fruto de la fe es la caridad” pero advirtió que al mismo tiempo “el fruto de la desconfianza es la apatía y la resignación”, que “cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente”.
También llamó a los fieles a plantarse ante “la mirada altanera, el comentario fugaz y despreciativo que nace del olvido de la ternura” y ante “la compulsión de querer controlar todo, saberlo todo, devastar todo”.
“Detente un poco ante el ruido ensordecedor que atrofia y aturde nuestros oídos y nos hace olvidar del poder fecundo y creador del silencio. Detente un poco ante la actitud de fomentar sentimientos estériles, infecundos, que brotan de la auto-compasión”, pidió.
Asimismo solicitó a los fieles plantarse “ante la vacuidad de lo instantáneo, momentáneo y fugaz que nos priva de las raíces”.
Por estas razones, animó a “mirar” los “signos que impiden apagar la caridad”, a observar el rostro de las familias que pese a las penurias “no dejan todos los intentos de hacer de sus hogares una escuela de amor”.
Pidió atender al “rostro interpelante de nuestros niños y jóvenes cargados de futuro” a los que calificó de “botes vivientes del amor y de la vida que siempre se abren paso en medio de nuestros cálculos mezquinos y egoístas”.
Pero también animó a observar el rostro de los ancianos, “surcado por el paso del tiempo”, o de los enfermos y de quienes se hacen cargo de ellos.
Por último Francisco invitó a los fieles a “volver a los brazos anhelantes y expectantes” de Dios y dejar que “sane las heridas del pecado”, según EFE.