Mabel Rehnfeldt llegando a la sede del Ministerio Público.
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Rehnfeldt o la crónica de una victimización anunciada

ASUNCIÓN.- Como si se la estuviera llevando detenida, la periodista y principal escudera de Aldo Zuccolillo en ABC, Mabel Rehnfeldt, armó un escándalo cuando la Fiscalía la convocó para prestar declaración, en un procedimiento absolutamente normal y sin que se hubieran violado sus garantías. El diario aprovechó muy bien la situación y se rasgó las vestiduras como si la dictadura estuviera a la vuelta de la esquina.

Mabel está muy acostumbrada a ser la protagonista más importante de las noticias que están a su cargo. Así que desde que saltaron los audios de conversaciones que, supuestamente, demuestran tráfico de influencias en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, sabíamos que ella no desaprovecharía la ocasión para autopromocionarse en los medios del grupo de Zuccolillo y en las redes sociales, en donde es una experta en mostrarse como la “mujer maravilla”.

Era obvio que toda su estrategia estuvo centrada en hacer que la Fiscalía la convocara, porque así podría presumir de algo que le encanta, ser perseguida por el gobierno. No olvidemos que fueron ella y su equipo los que dijeron, ni bien iniciado el tema de los audios, que contaban con más de 800 grabaciones y que iban a darlos a conocer todos, algo que posiblemente jamás haya sido intención de los patrones.

Una vez que analizaron todas las grabaciones y vieron que allí había implicados que eran muy cercanos al patrón y que compartían intereses comunes con él, empezaron a filtrar los que saldrían al aire, priorizando, por supuesto, aquellos en los que estaban involucrados oficialistas, cercanos al presidente Horacio Cartes.

Pero volvamos a la estrategia utilizada por los periodistas de ABC y Cardinal. Ellos dijeron que tenían más de 800 grabaciones, con lo que abrieron la puerta para que la Fiscalía los convoque a fin de que entreguen todas las pruebas que obran en su poder, algo absolutamente lógico porque de lo contrario estarían entorpeciendo una investigación.

Pero qué escándalo nacional e internacional armó la Rehnfeldt con la convocatoria fiscal. Hábil en manejar a la opinión pública, parecía que estaban por llevarla al paredón, cuando que lo único que querían saber los investigadores era dónde estaba el resto de las grabaciones. Y saben qué contestó? Que ella destruyó las grabaciones originales, “para proteger su fuente”. En realidad, lo que hizo fue un delito, puesto que ocultó pruebas y complicó las investigaciones.

Si la Fiscalía imputa a Mabel Rehnfeldt no va a ser por atacar la libertad de prensa, sino porque se escudó en ella para cometer un claro delito. Y eso sí, los periodistas somos tan iguales que el resto de la ciudadanía ante la ley.

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