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ASUNCIÓN. Una de las cuestiones que resaltan los analistas políticos es que la natural rivalidad que siempre existió entre ambas cámaras del Congreso se vio acrecentada en el 2019 por temas tan puntuales como el criterio diferente que tienen senadores y diputados para juzgar a sus pares.

Mientras los diputados insisten en que se necesita una ley reglamentaria del artículo constitucional que establece la pérdida de investidura, a los senadores solo les interesa tener los votos necesarios para aplicar la figura sin ningún inconveniente. De hecho, fueron 3 los integrantes de la Cámara Alta que este año tuvieron que abandonar el pleno, acusados por tráfico de influencias.

Pero además hay otras cuestiones, como suele mencionar el líder de la bancada de Honor Colorado de Diputados, Basilio Núñez, quien con frecuencia se queja de que los senadores tienen la mala costumbre de darse mucha importancia y minimizar el trabajo de la Cámara Baja. Debe ser por eso que esta vez, más que nunca, con frecuencia se ha dado la situación de que los proyectos tuvieron que completar las dos vueltas establecidas en la Constitución como límite para que una ley pudiera quedar sancionada, ya que, en casi todos los casos, las cámaras tendieron a ratificarse en sus versiones, rechazando la de la otra.

Se notó con fuerza el complejo de inferioridad de los diputados en el momento de analizar el Presupuesto General de la Nación 2020, ya que durante la sesión, varios legisladores insistieron en que, sin importar lo que ellos aprobaran, la versión que quedaría sancionada sería la del Senado, como cámara revisora, lo que, efectivamente, ocurrió.