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ASUNCIÓN.– Mientras del Senado parece haberse apoderado la Santa Inquisición, en Diputados el silencio casi cómplice es llamativo. Según el liberal Édgar Acosta, es cierto que existe un corporativismo que, aunque “no es correcto, es casi normal”. Aseguró también que si no hay suficiente presión ciudadana, varios cuestionados quedarán impunes, como es el caso de su correligionario Carlos Portillo.
A pesar de las críticas que se puedan tener a la caza de brujas de los senadores en contra de sus enemigos políticos, utilizando de manera arbitraria la figura constitucional de la pérdida de investidura, no podemos dejar de notar la abierta diferencia que existe en Diputados, en donde más parece haber una decidida resolución de evitar que alguno de sus miembros pueda perder su banca.
Claro que allí también ya hubo un legislador que, presionado, renunció a la cámara para evitar su pérdida de investidura, el colorado José María Ibáñez, pero aun así, las diferencias son muy notorias entre una cámara y la otra.
Según Acosta, aunque no es correcto, es casi normal que exista corporativismo en la cámara, lo que se demuestra por la intención clara de blindar a sus miembros. Este es el caso específico de Portillo, cuya pérdida de investidura ya se pidió en septiembre del año pasado y, sin embargo, hasta ahora el tema ni siquiera tiene dictamen y, mucho menos, fue puesto a consideración del plenario.
El liberal reconoció que fue uno de los que firmaron el pedido de pérdida de investidura de su correligionario, pero aseguró que sin que aumente la presión ciudadana no habrá cambios en la cámara.
“Compartimos bancas muy cercanas, nos cruzamos día a día, pero siempre les digo que no soy responsable de los actos de ustedes. No es una cuestión personal, es una cuestión de saneamiento. Está Tomás Rivas también y el mismo presidente Miguel Cuevas”, añadió Acosta.
Añadió que, en cuanto al proyecto de pérdida de investidura, “siguiendo la línea de los senadores, si aprobamos las modificaciones, quedaría en 41 votos para el quórum necesario. Una vez que se cierre el ciclo ya no tendría por qué no haber motivos para tratar lo que está pendiente en cuanto a las expulsiones de colegas”.
Insistió con que es fundamental la presión de la ciudadanía, porque “si no hay presión, nadie se apura. No digo que sea correcto, pero el corporativismo es normal. Si no se presiona, buscan ganar tiempo”.
