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PENSILVANIA, Estados Unidos.- La exhaustiva investigación que reveló que cerca de 300 sacerdotes abusaron de al menos mil niños en Pensilvania, aumenta la presión en Estados Unidos para endurecer las leyes y aplicarlas a los líderes de la Iglesia que encubrieron estos crímenes durante décadas. Los delitos sexuales de los curas contra menores quedaron impunes durante 70 años.
Recién el pasado jueves, el Vaticano afirmó que siente “vergüenza y dolor”, y aseguró que el papa Francisco está del lado de las víctimas.
“Las víctimas deben saber que el papa está de su parte. Aquellos que han sufrido son su prioridad, y la Iglesia quiere escucharlos para erradicar este trágico horror que destruye la vida de los inocentes”, dijo el Vaticano.
La investigación, la más exhaustiva jamás realizada en Estados Unidos sobre el tema, señala que la cifra de menores abusados por sacerdotes católicos “está en los miles” en Pensilvania. Pero la mayoría de los crímenes fueron cometidos hace tanto tiempo que prescribieron.
Para evitar nuevos abusos, el informe recomienda endurecer las leyes para obligar al liderazgo de la Iglesia a reportar los crímenes, eliminar el límite de tiempo máximo para denunciar todos los casos de abuso sexual de un menor y alargar el plazo para que las víctimas puedan exigir indemnizaciones.
En medio del escándalo y la conmoción que generó el documento de un gran jurado de Pensilvania sobre las aberraciones cometidas por sacerdotes desde 1940, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, anunció tres objetivos claves y un plan integral para abordar la “catástrofe moral” que sufre el seno del clero estadounidense.
En una larga carta dirigida a todos los católicos del país, el presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Daniel DiNardo, explicó que la idea plantea “involucrar a laicos, expertos, el clero y el Vaticano” para abordar lo sucedido.
