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ASUNCIÓN. La peor tragedia en tiempos de paz que vivió el Paraguay fue, indudablemente, el incendio del Supermercado Ycuá Bolaños, el 1 de agosto de 2004, donde fallecieron 400 personas que fueron consumidas por las llamas.
A lo largo del juicio a los responsables, por acción u omisión, de la tragedia, quedó en evidencia que la falta de controles y de mecanismos adecuados fue la causa de una tragedia que hubiera podido ser evitada si los dueños del local y las autoridades municipales hacían su tarea.
Sin embargo, y a pesar de la dolorosa y candente lección, la misma no fue aprendida, ni por los propietarios de locales ni por quienes ocupan cargos de responsabilidad en el gobierno municipal de la capital y que han ido cambiando de sector y color durante estos 17 años.
Prueba de ello es que, sin las catastróficas características de lo del Ycuá Bolaños, se produjeron varios incendios en lugares que tenían el mismo problema, la falta de mecanismos de protección y de seguridad. Esto ocurrió en los dos mercados más grandes del país, el Nº 4, bautizado por todo el mundo como “una bomba de tiempo” que nadie busca desactivar, y el del Abasto. Además, la Terminal de Ómnibus de Asunción, el Instituto Municipal de Arte y, recientemente, hasta la misma Catedral Metropolitana fueron víctimas de las llamas a consecuencia de no haber sido sus instalaciones adecuadas para combatir este flagelo.
