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Si se debe buscar las cabezas responsables de la situación de la educación es probable que debamos hurgar hasta en los archivos del supremo dictador y esto será de nunca acabar. No obstante existe un punto de partida importante que marcó un rumbo que nos condujo a esta rebelión estudiantil que descabezó el Ministerio de Educación y Cultura; y amenaza con seguir.
Marta Lafuente, no es la responsable de lo que ocurrió o al menos no es la única ni la más importante. Estaba al alcance de la furia juvenil; y la principal responsable estaba agazapada en su banca; en el Senado.
Marta, de alguna manera es también víctima de un sistema que se tejió hace algunos años; durante el régimen de Nicanor Duarte Frutos cuando se libraba la madre de todas las batallas de la Reforma Educativa, batallas perdidas por cierto, bajo el comando de Blanca Ovelar. Hoy quien sigue clamando a los cuatro vientos que su proyecto de Reforma Educativa es un éxito; que el problema es quien lo administra. Olvidó que Marta fue su segunda en el proceso que ella defiende.
La debacle de la educación paraguaya no es de ahora; no hace aguas en esta administración gubernamental. Arranca durante el gobierno de Nicanor Duarte Frutos, siendo su ministra de Educación la actual senadora Blanca Ovelar.
Varios componentes presionaron para que el proyecto Ovelar haya fracasado y uno de ellos es el alto contenido político partidario como condición prioritario, y no precisamente la preparación del docente, para su contratación. La prueba está a la vista y aplastada debajo de techos caídos.
Es responsabilidad de Blanca que Paraguay siga ocupando uno de los últimos puestos (138) de 140 países analizados por el Banco Mundial. Ni se ruboriza, sentada en su curul, cuando se entera que estudiantes paraguayos sufren bajas calificaciones en pruebas en matemáticas y redacción, fuera del país.
Le cuento a Blanca (quizás ya se enteró) que el informe del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo, Terce, constató que el 92% de los alumnos del tercer y sexto grado no aprenden en clases. Le cuento más; eso pasa porque sus maestros; los que contrató Blanca tampoco aprendieron. Ovelar contrató en su momento a 11.073 personas; y asegura que fueron docentes; pero olvidó preguntarles si estaban preparadas; o quizás no hacía falta porque en realidad lo que se necesitaba era asegurar votos.
Una de las conquistas más importantes de la transición iba a ser sin dudas la Reforma Educativa; plan que se degradó de inmediato cuando se centró en la distribución de lápices, cuadernos y algunos pupitres nuevos, todos de mala calidad, por cierto. Todo para la exportación. Y no menciono la merienda escolar porque hasta el momento prácticamente no existe.
La ciudadanía fundamentó sus esperanzas en la Reforma Educativa que inició Blanca debido a que estaban al frente dos personas estrechamente vinculadas con la educación. Nicanor Duarte Frutos, entonces presidente de la República, fue ministro de Educación dos periodos consecutivos y Blanca, ministra de Educación y cuya figura estaba en ascenso en la consideración ciudadana. De hecho después fue candidata a presidente de la Nación. Así le fue.
Ese fracaso –entre otros factores- llevó a su partido a la oposición y cargada de soberbia, la misma que caracteriza a su líder, no incluyó en su análisis la frustración de su reforma.
No existe intención de restar responsabilidades a Marta Lafuente; ella sabía que la Reforma que administraba fracasó; pero quizás intentó salvar algo de lo que quedó; pero los chicos ya no estaban en condiciones de seguir esperando.
Blanca debe asumir su responsabilidad. Es de Justicia.
