MACERATA, Italia.- El joven fascista Luca Traini, de 28 años, cabeza rapada, músculos atléticos, 1,80 m de estatura, aterrorizó ayer el centro de Macerata, una ciudad de la región de las Marcas muy vinculada a la Argentina por muchos inmigrantes, disparando una pistola a lo loco desde su automóvil en marcha contra los extranjeros. Hirió a seis, después se bajó del coche en la plaza la Victoria, a los pies del monumento a los caídos en la Segunda Guerra Mundial, sustituyó el chaleco antibalas con una gran bandera italiana, hizo el saludo romano de la época de Mussolini y se entregó a los carabineros que lo rodeaban sin oponer resistencia.
El caso tiene en vilo a los italianos porque es la presentación en la campaña electoral para los comicios generales italianos del 4 de marzo de un extremismo de una derecha antidemocrática que crece en esta sociedad en crisis y en el resto de Europa, afirmando con la violencia los tiempos nostálgicos del fascismo y el nazismo. Nunca se había vivido una situación tan dramática en la Europa que renació de aquellas cenizas.
El primer ministro, Paolo Gentiloni, condenó el tiroteo, prometió castigo para estos delitos y llamó a todos los partidos políticos a evitar alentar una “espiral de violencia” con sus propuestas y mensajes de campaña para las elecciones, en las que la inmigración es una de los grandes temas.
“Los delitos crueles y los comportamientos criminales serán perseguidos y castigados. Esta es la ley, esto es el Estado”, dijo en una breve declaración institucional desde el Palacio Chigi, sede del gobierno en Roma.