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BRASILIA.- En medio de un clima de tensión y polarización, unos 156 millones de brasileños concurren este domingo a las urnas para elegir entre un segundo mandato para el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro o el regreso al poder de su contendiente de centroizquierda, el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Cualquiera de los candidatos necesita alcanzar el 50% de los sufragios más un voto, sin nulos o blancos, para ser consagrado. Si ninguno logra, deberán irse a una segunda vuelta, que se desarrollará el 30 de octubre, donde los votos de los otros postulantes, que quedaron muy atrás en las encuestas, pueden ser centrales.
El voto es obligatorio para los brasileños entre 18 y 69 años, y opcional para los jóvenes de 16 y 17 años, así como para los mayores de 70. Para acceder a la urna, los electores deben presentar un documento con foto para comprobar su identidad. Pueden consultar su puesto de votación en la página del Tribunal Superior Electoral https://www.tse.jus.br/
Hay cinco cargos en disputa en estos comicios: diputado federal, diputado estatal, senador, gobernador y presidente. En la urna electrónica las opciones se muestran en ese orden. El elector debe digitar el número de su candidato y verificar su nombre y fotografía para confirmar su voto. Lula da Silva, por ejemplo, es el número 13; Jair Bolsonaro, el 22. En la cabina de votación no está permitido el uso de celular, que se debe dejar antes en la mesa de votación.
TENSIÓN Y POLARIZACIÓN
Los brasileños asistirán a las urnas para unas elecciones generales en medio de un inédito clima de tensión y polarización, en parte por las dudas que ha generado el presidente y aspirante a la reelección, Jair Bolsonaro, sobre si reconocerá una posible derrota en dichos comicios.
El diario Clarín de Argentina publica que ayer sábado, Lula, al igual que Bolsonaro, siguió haciendo campaña en las últimas horas hasta las urnas y ha llamado a un voto masivo en un esfuerzo para evitar el balotaje, pero además con la pretensión de que la contundencia del resultado disuelva los temores de una reacción violenta ante un presidente que ha sugerido que podría aferrarse al poder denunciando un supuesto fraude en los comicios.
La preocupación es que si hay incidentes en Brasil, el presidente podría declarar un estado de excepción y no entregar el poder.
Bolsonaro, por su parte, volvió a desacreditar esta semana las encuestas y cuestionar la fiabilidad de las urnas electrónicas, además de tratar públicamente de “cobarde” y “mentiroso” al titular del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, la máxima autoridad de estas elecciones.
