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Brasil entra en la recta final de las elecciones que, si se cumplen las encuestas, convertirán en presidente al capitán retirado y líder de una nueva ultraderecha, Jair Bolsonaro. Nunca desde la restauración democrática, en 1985, se ha vivido en ese país tanta zozobra y tensión institucional a las puertas de una votación. Los últimos días de la campaña están marcados por el odio, la estrategia difamatoria y el uso sin precedentes de las fake news en las redes sociales.
BRASILIA.- Bolsonaro quien, de acuerdo con los últimos sondeos, aventaja en 18 puntos a su rival, Fernando Haddad, decidió radicalizar su discurso contra el Partido de los Trabajadores (PT). Se ha servido de Twitter para prometer a sus seguidores que, de vencer el próximo domingo, tanto el presidenciable petista como Luiz Inácio Lula da Silva, se “pudrirán en la cárcel”.
El candidato del Partido Social Liberal (PSL) pasó en pocos años de ser un personaje tirano y marginal en el Congreso a convertirse en líder de una fuerza restauradora con gran capacidad de movilización. El último domingo, los bolsonaristas poblaron las calles de las principales ciudades para festejar de manera anticipada un triunfo en las urnas.
En un video mostrado en una pantalla gigante en la avenida Paulista el candidato del PSL aseguró que, en caso de ganar, iniciará “una limpieza nunca vista” en la historia de ese país. “Vamos a barrer del mapa a esos bandidos rojos de Brasil”, aseveró.
Manifestantes antibolsonaro se reunieron también en algunas ciudades el sábado, en eventos que en su mayoría fueron organizados a través de Facebook por un grupo de mujeres opositoras a la figura del exmilitar.
Por su parte, Haddad hizo un llamado para movilizar a la base del PT, compuesta por los sectores más pobres de Brasil, con la promesa de expandir los programas sociales y limitar los costos de los cilindros de gas para cocinar, que se utilizan principalmente en hogares de bajos ingresos.
Jair Bolsonaro, de 63 años, es un capitán en retiro del Ejército y diputado durante siete periodos que defiende abiertamente la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985.
El candidato ultraderechista sumó apoyo en un electorado que busca orden después de cinco años marcados por una crisis económica y política. Hasta esta elección, el diputado era más conocido por sus comentarios homofóbicos, misóginos y a favor de la dictadura que por sus iniciativas legislativas.
Por su parte, Fernando Haddad, un exalcalde de San Pablo de 55 años, sólo se convirtió en el candidato del PT en septiembre, luego de que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, no pudiera postularse a los comicios debido a una condena por corrupción.
