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Los gremios y sindicatos han surgido por una necesidad de defender y luchar por las reivindicaciones de la clase trabajadora, que por lo general convive con realidades muy opuestas a los sectores patronales y el mismo Estado.
Estos gremios surgen con un fin muy noble y generalmente sus estatutos reflejan un paradigma ideal para la clase trabajadora. En nuestro país, el trabajo gremial se ha desviado en muchos sectores del idealismo de trabajar por los más débiles. Vemos a muchos líderes sindicales acercarse más a actores políticos que a los propios seguidores del gremio.
Considero un derecho legítimo de todo ciudadano, si es propósito suyo, militar en políticas partidarias. Del mismo modo, también soy un convencido de que las personas que se postulan a un servicio gremial o ya están en ello, no deberían de realizar ninguna actividad partidaria ni mucho menos usar los gremios para propulsar personas o movimientos afines a partidos políticos.
En Paraguay hay muchos derechos por reivindicar, es por ello la importancia de una plena libertad e independencia de los representantes de las clases obreras, a fin de no sentirse oprimidos ni exigidos por una contraparte generalmente representado por actores políticos.
Como educador no puedo dejar de observar nuestros gremios docentes, cada vez más fragmentados, dejando en nosotros la imagen de líderes que responden a intereses particulares o con fines, más bien, la búsqueda de algún espacio político.
Los educadores ostentamos el título de la clase pensante, debemos hacer méritos a esa denominación y propulsar candidaturas para representar a los gremios con una capacidad intelectual y por sobre todas las cosas, capacidad de razonar, entender la realidad nacional y una moralidad que le permita ser respetado y apoyado por sus asociados.
En una mirada objetiva estoy seguro que dentro de la historia de los gremios y sindicatos se ha construido mucho, así también debemos admitir que se ha incurrido en muchos errores y por ende perjudicado a muchas personas y la imagen misma de este valioso espacio de lucha.
Ya no podemos equivocarnos, nuestros derechos y los reclamos de la educación ya no pueden ser postergados y eso lo deben entender la sociedad, los gremios y de hecho con la anuencia de un Estado, desde los distintos poderes que deben unificar sus esfuerzos y voluntades por un país que construye sociedad desde la educación.
(*) Columnista invitado
